martes, 28 de abril de 2009

La retirada

Listo. Me voy.
En 6 horas y media me viene a buscar un taxi a mi casa defeína, para llevarme al aeropuerto. Día agotador de corridas, llamadas y trámites. El dueño del depto me devolvió el depósito, a pesar de no haberse cumplido el período de contrato. Los profes me dijeron que me vaya tranquila y me desearon buen viaje. La vecina me cuidará las plantas, y le dí todo lo que quedaba en mi refrigerador. Me despedí de mis vecinos sin poder darles un beso, ni siquiera la mano. La epidemia lo prohibe.

Busqué cajas en los pocos negocios que quedan abiertos: las venden, pero a mí me las regalaron: 3. Guardé mis cosas, las que fui adquiriendo acá, la ropa que no me llevo al Sur -la de verano-, mis apuntes y fotocopias de 3 meses: más de 7 kg de papel, pucha que leí en este tiempo!
Mis provisiones para "la llegada de la guerra", que me mantuvieron en esta cuarentena de 5 días que se me hizo eterna, por supuesto que aún sobraron para guardar en mis cajitas, para seguir comiendo a la vuelta. Una compañera de la maestría se las llevará a su casa y me las guardará -eso espero-.

Una maleta llena con mi ropa de invierno y lo que necesito para seguir estudiando en este tiempo; otra maleta casi vacía, para traerla llena el próximo semestre... ¿qué pasará cuando me quiera ir definitivamente? Uno nunca hace eso del todo, y por eso son buenas las cosas. Mientras tengas alguien que pueda guardar tus cosas en una ciudad, no te habrás ido del todo de ella.

Como yo ahora: me voy pero no me voy. No odio esta ciudad. No me voy con rencor por lo vivido. Me voy porque no me queda otra, en estas circunstancias. Pero espero volver para seguir aprendiendo de ella. Aprehendiéndola.
Todo lugar tiene su enseñanza que entregarnos. México ya empezó a hacerlo conmigo, y me enganchó para volver. A pesar de los esguinces, a pesar de los accidentes, a pesar del narcotráfico, a pesar del calor y la contaminación, a pesar de la influenza y a pesar de los mosquitos.

México: volveré! Y encontraré millones... espero.

Pies en polvorosa

Está decidido: vuelvo antes a Chile. Tenía pasaje para junio, pero como al parecer una posibilidad bastante cercana es el cierre de los aeropuertos mexicanos, me escapo mientras puedo.
Tuve que convencer a la secretaría del Posgrado y a 4 profesores (ubicándolos en sus casas particulares obvio, porque la Universidad está archicerrada), de que las 3 semanas de clase que quedan, las puedo hacer "a distancia": mandando trabajos por mail. Total, para que se reanuden las clases faltan como 15 días, y de ahí al fin del semestre queda como una semana. Dicen que van a recuperar las clases... y con más razón, no me iría más si me quedo.
Espero volver a fines de julio para el siguiente semestre, entera y con salud. Si me quedo en este caos virósico, no puedo asegurar lo mismo.

Razones para la decisión:
  • La OMS subió ayer lunes el nivel de alerta pandémica, de 3 a 4 en escala de 6.
  • El virus llegó a 10 Estados mexicanos, y a 4 países más, en 24 hrs.
  • Está a punto de confirmarse que 3 continentes (América, Europa y Oceanía) están infectados, lo cual transforma la situación en la temible palabra: "pandemia".
  • El jefe de gobierno del DF afirmó ayer lunes que "en una escala del 1 al 10, la ciudad se halla en el nivel 8. Llegar al máximo nivel significaría cerrar el aeropuerto, las terminales de autobuses y suspender el servicio del metro".
  • La población más afectada es la que tiene entre 25 y 37 años de edad.
  • Los antivirales zanamivir y oseltamivir, recomendados por las autoridades para combatir la influenza (y que según la OMS no son efectivos en un 100%), no son entregados en los hospitales como dice el gobierno, sino que te mandan a comprarlo a la farmacia; están agotados en las principales farmacias de la capital y del Estado de México, y en otras ni siquiera están a la venta.
  • Llevo cuatro días encerrada, sola como un perro, y ya camino por las paredes (si no tuviera internet estaría totalmente chiflada!).
Conclusión: Pago feliz los 50 dólares de multa en la aerolínea, embalo mis 4 cosas y me largo!

lunes, 27 de abril de 2009

Influenza: ¡Mira cómo tiemblo!

Este mediodía se registró un temblor grado 5.7 en la escala de Richter en la capital mexicana.
No se registraron muertes, pero nadie pudo consolar ni tranquilizar a nadie, ya que por la epidemia está prohibido tocarse o abrazarse...

Este blog ya se está transformando en un sitio periodístico... Agrego un chistecito al respecto del acontecimiento:

Estornudar se vuelve sospechoso


Re-publico aquí un relato del fin de semana en el DF, del periodista Fidel Samaniego, del diario El Universal. Es muy elocuente como para agregar más palabras a la vivencia...
La foto la saqué yo, en mi barrio.

Una, dos, tres veces se escuchó: “¡aaatchuuú!”. Había estornudado, como millones de personas, millones de millones de veces.

Pero, en este caso, ojos de expresiones desconfiadas, temerosas, acusadoras, se clavaron en ella: la chica que con el rostro enrojecido, turbada, intentaba sonreír, no lo logró. Era una mueca lo que se dibujaba en su rostro. Un hombre que caminaba en sentido contrario al de la chica, se apartó varios metros, la rodeó, la evadió.

Y es que ayer, quien estornudaba, o tosía, o se sonaba la nariz, como millones de personas lo hacen normalmente, millones de millones de veces, era considerado o podía sentirse sospechoso, sospechosa, de portar el virus, de ser un peligro, una amenaza andante.

Una escena en la urbe más grande del mundo.

No, no era una ciudad fantasma.

Pero en ella, por sus calles, caminaban a pasos apresurados, con cubrebocas, serios, demudados, los fantasmas del miedo o hasta del pánico, de la incertidumbre, de los más variados, desatados y contradictorios rumores.

Un día absolutamente distinto a todos.

Poca, muy poca gente, unos cuantos atrevidos en los restaurantes, en los centros comerciales, en los templos, en los parques, en los clubes deportivos.

Casi se agotaron los DVD’s en los Blockbuster. Enorme la venta de películas o series en los comercios piratas. Ni una sola vacuna en una sola farmacia. Desde luego, casi imposible encontrar los pequeños y codiciadísimos pedazos de tela o algodón para cubrir narices y bocas, para —era el pensamiento general— proteger las vidas.

Temprano, en uno de los hospitales de lujo, en el sur de la ciudad, la actividad continuaba. Médicos, enfermeras, personal de limpieza y administrativo, todos con los rostros semitapados. Una sola persona acudía en esos momentos a que le sacaran sangre para que le hicieran estudios relacionados con otro padecimiento. “Tuvimos muchas cancelaciones, nunca había pasado. Ayer hablaron para cancelar, quienes lo hicieron, otros ni llamaron, no vienen, no vendrán. Los sábados tenemos lleno esto por la gente que viene a análisis para lo del colesterol por ejemplo, biometrías hepáticas”, explicaba una mujer tras el mostrador.

“Sí, hay aquí un par de casos, en terapia intermedia, aislados están, que podrían ser…podrían ser. Pero vino mucha, muchísima gente desde la tarde del viernes, en la noche y sobre todo en la madrugada de hoy al servicio de urgencias que decía tener los síntomas. En realidad, se trataba de las gripas convencionales, resfriados, o bronquitis, inflamación de vías respiratorias”, se animaba a platicar un internado, luego se retiraba sin despedirse de mano de quien le preguntó, tampoco hubo el habitual beso para su amiga, la joven que sí acudió a la cita.

Un día, en la ciudad de México, nunca imaginado ni por las mentes más fantasiosas, o pesimistas. Porque los besos, las risas, las bromas, la alegría, el relajamiento de los fines de semana se quedaron guardados, o fueron encerrados por la alarma, la precaución, el miedo.

Y flotaban en el viento caliente las preguntas sin respuesta. Las versiones sin fundamento conocido, de origen tan incierto como el mutante virus de la nueva y amenazadora clase de influenza.

“Dicen que no hay nada, que es lo mismo que cuando lo del chupacabras, que es para distraer a la gente de los problemas económicos y de la inseguridad”, sentenciaba con tono categórico el taxista.

“Es más grave de lo que dice el gobierno, pero ocultan cosas para no asustarnos”, aseguraba un vendedor de frutas.

“Me contaba una vecina que su hijo le dijo que un amigo que está bien conectado le platicó que lo que pasó fue que los narcos soltaron una bomba de microbios, o de bacterias, o de virus y que por eso no quieren que salgamos de nuestras casas”, platicaba convencida una mujer madura afuera de una iglesia que estaba a punto de cerrar sus puertas.

Aquella crónica musical de Chava Flores, de "Sábado, Distrito Federal", que cuenta: "desde las diez ya no hay donde parar el coche", por obra del virus de la influenza se esfumó. Había espacio suficiente para salir a rodar lento; aprender a manejar; estacionar el automóvil en el lugar soñado. Sábado Distrito Federal en el que, poco a poco, al lento, pesado, mórbido paso de las horas, desaparecía la poca gente que se atrevió a salir de sus casas, o tuvo que hacerlo.

Sin embargo, también hubo quienes salieron de la ciudad. En autobuses, en carros, por avión. No eran paseos, se trataba de huídas.

La ciudad sin conciertos, la de los museos y estadios cerrados, la de los pasos apresurados y las voces sin eco.

Y almas audaces, suicidas, inconscientes, aventureras, cada quien su circunstancia, unas cuantas, acompañaban sus soledades, veían en las pantallas fantasías más reales que lo que se vivía, se sentía afuera.

Era una ciudad con cubrebocas.

Y sus manos, sudorosas, iban angustiadas a la frente, rogando que fuera el calor del clima lo que se sentía en la piel y no la fiebre de la enfermedad.

Y una mirada que manifestaba todo y nada. Y un silencio que crecía, que gritaba su miedo. Y si tosía o estornudaba se volvía sospechosa, peligrosa, amenaza.

Sábado Distrito Federal como nunca antes se había vivido, como no se había pensado, como nadie lo habría deseado.

Una ciudad por la que, con la llegada de la noche, seguían caminando los fantasmas de la incertidumbre, los rumores, el miedo y hasta la psicosis.

domingo, 26 de abril de 2009

Se extiende la psicosis

¿Cuál es la situación actual en la epidemia de influenza porcina?

Cada vez se ve más negra…

  • Los casos de muerte ascendieron de 68 a 91 en las últimas 24 hrs. ¡23 muertes más!
  • Los partidos de fútbol de este sábado en el DF se realizaron "a puertas cerradas", sin público. Todos los museos y teatros también se cerraron, las actividades culturales se suspendieron en su totalidad, más de 60 pubs bailables de la ciudad (llamados aquí "antros") cerraron preventivamente... No hay nada interesante para hacer el fin de semana fuera de tu casa, hay que entretenerse dentro de ella.
  • El Episcopado decidió suspender todas las Misas de todas las iglesias, en todo el valle de México (Distrito Federal y Estado de México). Sólo se emitirá una Misa dominical por televisión. Para que la Iglesia Católica decline la obligación de cumplir el precepto dominical para sus fieles, tiene que ser algo grave, ¿no? Eso pienso yo, que conozco un poco los manejos internos de la Iglesia y nunca supe de un caso así.
  • Como dato, desde el terremoto del 85 -donde murieron más de 10.000 personas y se cayó media ciudad- no se suspendían las clases escolares masivamente en la ciudad de México. La noticia de este sábado: "se mantiene la suspensión de actividades de todos los niveles educativos, comenzada el viernes, en el Distrito Federal, Estado de México y San Luis Potosí, las cuales se reanudarán "en principio" el miércoles 6 de mayo". Decir todos los niveles incluye también “mi” nivel, el universitario, por lo que esta noticia me empezó a desesperar…
  • La OMS afirma que el virus “tiene un potencial pandémico”. Para quienes no lo saben, la palabra “pandemia” en jerga sanitaria es muy fuerte, y no es frecuente que se utilice… significa que una epidemia rebasa los límites de los países y continentes, se hace global, y no tiene cura.
  • A propósito, hay casos registrados al menos en 3 Estados de USA, por lo que la preocupación ya se va extendiendo fuera de México... La mayoría de los países está tomando medidas preventivas en los aeropuertos para "recibir" a los pasajeros procedentes de México de una forma muy especial... cerco sanitario, lo llaman.
  • Ya está confirmado que son los adultos jóvenes y con buena salud el grupo más afectado. No han muerto ancianos ni niños… Esto es lo más preocupante, porque la población habitualmente más fuerte, activa y sana está en riesgo ahora… ¡y yo también soy adulta joven!
  • Según la ONU en un folleto explicativo para sus representantes internacionales (www.onu-influenza.org): "es de esperarse que pronto se presente una nueva pandemia", pues "las pandemias de influenza son eventos raros pero recurrentes. Durante el siglo XX ocurrieron tres pandemias: 1918, 1957 y 1968". Por lo tanto, la ONU "ha preparado un Plan de Acción ante el riesgo de una pandemia el cual consiste en una serie de acciones para proteger a los funcionarios y sus familias”. ¿Lo más importante ahora es que cada organismo internacional defienda lo suyo y se preocupe de la salud de sus funcionarios? Política, política…
  • En la misma línea, el Gobierno Federal sigue afirmando que cuenta con un millón de dosis del antiviral para este virus, y que efectivamente es el medicamento indicado para tratar esta cepa. Sin embargo, investigadores de la UNAM revelaron que este virus está siendo estudiado desde el año pasado, y que la OMS analizó en octubre de 2008 las reacciones del virus porcino (H1N1) con las drogas que contiene el tratamiento que ofrece el Estado Mexicano (“Oseltamivir” y “Zanamivir”), que fueron creadas para atacar la gripe aviar en el 2005, y en el 97% de las muestras, no fueron efectivas. Eso significa, claramente, que no existe aún una cura para la epidemia que estamos viviendo. Como esto contradice la versión oficial, y no quiero que me apliquen el artículo 33 de la Constitución, aclaro que está explicado por los expertos, en el programa del 24 de abril de Carmen Aristegui en “CNN en Español”, y lo pueden consultar aquí.

Conclusión: no les recomiendo por ahora venir a México, y yo espero poder viajar en junio hacia el Sur como lo tengo planeado, obviamente si después de todo esto no se declara una cuarentena…

viernes, 24 de abril de 2009

Influenza Express, o Apocalipsis Now

De un momento al otro, una ciudad de 30 millones de habitantes se psicotizó: ¡nos invadió la influenza!

1009 infectados en el DF y alrededores, 68 muertos de los cuales se ha comprobado que en 20 casos la causa sería este virus, algunos infectados en otros Estados de la República… Anoche salió el Secretario de Salud a comunicar en cadena nacional que estamos frente a una epidemia, y es una emergencia sanitaria que exige cerrar escuelas, suspender actividades masivas de todo tipo, recomendar a la gente no salir de las casas, “no saludar de beso ni de mano”, usar tapabocas, no compartir vasos ni cubiertos, al estornudar cubrirse con la parte interna del codo y no con la mano, lavarse éstas permanentemente, no acudir a centros de salud para evitar contagios, no automedicarse (¿cómo se combinan estas dos órdenes?), no estar con otras personas en lugares cerrados (nada de ascensores, señores), usar pañuelos desechables y tirarlos inmediatamente, ventilar la casa, y muchas recomendaciones por el estilo, para que finalmente la gente saque la conclusión de que lo mejor es encerrarse en la casa hasta nuevo aviso…

Una amiga que estaba estudiando conmigo, llamó a su marido para decirle que “de camino a la casa” compre condones, así no se aburren el fin de semana encerrados… otra gente compró inmediatamente muchos litros de agua, y todo tipo de alimentos… muchos se retiraron de su trabajo a mediodía por precaución, o simplemente no fueron a trabajar porque estaban resfriados… en las farmacias de la ciudad se agotaron los tapabocas… con urgencia fueron vacunados todos los trabajadores de la salud... el plazo para la declaración anual de impuestos se aplazó, del 30 de abril al 31 de mayo… el Congreso decidió hacer una revisión médica a cada persona al ingresar al edificio... todos llamaron por teléfono a sus familiares, para comprobar el estado de salud de cada uno… la Universidad cerró todas sus sedes por tiempo indefinido y suspendió todas las actividades culturales y de extensión… en el aeropuerto y las terminales de autobuses, todos tienen que llenar un formulario acerca de sus síntomas, para que un médico decida si pueden viajar... de los 5 partidos de fútbol programados para el fin de semana, ya hay 2 suspendidos…

¿Qué concepto resume esta situación?

¡¡¡PSICOSIS COLECTIVA!!!

Lo peor es que Barak Obama estuvo la semana pasada en México, y ahora la Casa Blanca está analizando si se pudo haber contagiado de la influenza... y la OMS envió urgentemente un grupo de expertos a México a estudiar el virus! Ahora están analizando si siguen autorizando la salida de personas de México hacia otros países... ¡estamos todos infectados!

Bueno, aprovecho para informarles que este brote de influenza se debe a una cepa nueva, desconocida, que proviene del cerdo/chancho/marrano, y sus síntomas son:

  • Letargo
  • Falta de apetito
  • Tos
  • Humedad en la nariz
  • Sequedad de garganta
  • Náusea
  • Vómitos
  • Diarrea

Si Usted tiene cualquiera de estos síntomas acuda a su médico para que lo registre en la lista nacional, mantenga la calma, compre una tienda de campaña y aléjese de todo el mundo, porque nadie quiere contagiarse de su influenza porcina.

miércoles, 22 de abril de 2009

Obediencia debida

Al cabo de 16 días de uso del collarín, durante los cuales tenía la orden de usar lo menos posible la PC por la posición cervical dañina, vuelvo a las teclas.

Por ahora sólo les aviso mi cambio de indicación médica. Enseguida recomenzaré con los relatos de mi vida de estudiante, mujer, pedagoga, becaria, filósofa, extranjera... y todas las categorías que pueden resumir mi vida. ¿Pueden resumir mi vida? Mmm...

Saludos a todos!

martes, 7 de abril de 2009

Segundo esguince

Parece que es cierto que no hay 1 sin 2, 2 sin 3... bueno, dejémoslo ahí por las dudas.
Hace un mes y 9 días me esguincé el tobillo izquierdo. Fue mi primer esguince de la vida, a pesar de que siempre fui atolondrada, bruta y descuidada. Tuve que venir a México para que una simple caída se tranformara en cuadro clínico.
Pues no me alcanzó, parece.

Este domingo iba feliz al concierto de "El Mesías" de Händel, interpretado por la filarmónica de la UNAM, en el paraíso cultural que describí en el post anterior. Había recibido como regalo el póster de invitación dos semanas antes cuando fui a otro concierto en la misma sala, había comprado la entrada con una semana de anticipación, había salido temprano de casa con sandwichitos y agua mineral en la mochila, había llevado el MP3 con pilas nuevas para grabar el concierto... estaba totalmente preparada. Tan pero tan preparada, que no podía ser.

En el transporte interno de Ciudad Universitaria, que tiene 10 recorridos distintos porque es una verdadera ciudad ahí adentro, iba sentada en la primera fila, atrás del chofer. Como el mismo había puesto en la radio unos sonidos semejantes a lo que se denomina "música electrónica", me saqué los auriculares del MP3 donde venía escuchando a Cacho Tirao, porque era inútil intentar disfrutarlo con esos sonidos molestos de fondo. Enrollé cuidadosamente el cablecito, me incorporé hacia la mochila (apoyada en el piso) para guardarlo, y justo cuando estoy con las dos manos en la mochila e inclinada hacia adelante, el taradito del chofer frena como si se acabara el mundo adelante del colectivo. Imposible sostenerme, atajarme, aminorar el impacto. Mi cara fue directamente contra un fierro horizontal que pasaba por detrás de su asiento. Más exactamente, mi nariz. Escuché el típico "crack" de las fracturas. Pero después recordé que cuando me quebré el tabique en el año 94, por hacerle un chiste estúpido a una amiga, el crack había retumbado mucho más fuerte dentro de mi cabeza. También el dolor había sido más insoportable. No, no era una fractura.
Puteando internamente al empleado, que seguía acelerando como un loco y esquivando a los domingueros que van a C.U. a andar en bicicleta o en skate, saqué de mi mochila la botellita de agua que había estado en el refrigerador, y que aún conservaba algo de frío. Me la apoyé de un lado y otro de la nariz, en forma vertical. Supongo que algo me aliviaba.

Llegamos a la zona cultural, donde debía bajarme para ir al concierto. Me acerqué al colectivero y con toda mi rabia le pregunté "¿Por qué frenaste como un anormal? Casi nos matas a todos!". "¿Qué, se lastimó?" "Pero cómo no me voy a lastimar, si salimos todos volando hacia adelante!". El taradito, asustado, me dijo que si quería me llevaba al servicio de salud. Yo me senté y lo pensé, evaluando la situación. Me quedaba una hora antes del comienzo del concierto. Podía pasar por una cafetería que hay enfrente de la sala, y pedir un poco de hielo. O podía irme a que me vieran y tal vez me darían un antiinflamatorio o algo mejor que un poco de hielo.
Le pregunté si tenía seguro y él me dijo que sí, que cubría todo. "Bueno, entonces vamos".
Mi impotencia, dolor y soledad brotaban de mis ojos a borbotones. No me daba cuenta en ese momento que eso sería peor, porque se me congestionaba la nariz y se me hinchaba más la cara, y eso después me traería más dolor. Pero necesitaba llorar un ratito.
Llegamos a la garita donde terminan casi todos los recorridos de C.U. Empezaron los trámites para el seguro. 25 minutos de datos, numeritos, llamadas, formularios. Me dijeron que ahora sí llamarían a la ambulancia, que enseguida vendría. Hicieron falta 35 minutos más para su llegada. La doctora me miró, me preguntó mi nombre (¿qué te importa?), y si había sangrado. A mi respuesta negativa, le dijo al camillero "no es fractura, es contusión". Y me hicieron subir a la ambulancia. Este último hizo todos los papeles, 10 minutos más. Mientras, la doctora me daba charla, con cualquier tema. Después el camillero, claramente quien daba las órdenes, me hizo acostar en la camilla, me explicó adónde me llevarían ("me da lo mismo, no conozco nada"), y le dijo a la doctora que me pusiera los cinturones, esos que te amarran a la camilla. Me pareció todo muy exagerado, pero al fin, yo quería atención médica. Me dí cuenta que ya la había tenido, cuando la ambulancia arrancó, y la doctora le fue contando al camillero todas las estupideces que yo le había dicho en esos 10 minutos. Pensé "están aburridísimos estos tipos", pero no podía negar que la médica me había prestado atención.
Saqué un par de fotos para el recuerdo, a mis piernas atrapadas en la camilla y a la puerta de la ambulancia, ya que era mi primer viaje en una de éstas, como paciente. El año pasado había sido mi primer y emocionante traslado, como acompañante de mi papá, pero ahora era a mí a quien llevaban (hay que entender que era un sueño desde mi infancia). No pusieron sirena, porque hubiera sido una verdadera exageración, pero al menos íbamos por el carril exclusivo para emergencias. Así y todo, tardamos 30 minutos en llegar al sanatorio "Montes de Oca", con el cual el seguro de los colectivos tenía convenio.

Lo más emocionante llegó en este momento: me sentí dentro de un capítulo de E.R. cuando la doctora de la ambulancia le recitó a la médica de turno, mientras yo miraba desde la camilla: "Paciente de sexo femenino, de 38 años, presenta golpe en la cara, sin sagrado, sin pérdida del conocimiento, experimenta mareos, refiere el dolor en 3, no es diabética, no tiene alergias ni hipertensión, presenta antigua fractura de tabique, parece contusión".

Después de esto, me atendió una simpática y joven doctora, que tuvo que llenar una ficha con datos desde mis tatarabuelos, antecedentes médicos de toda mi parentela, y mi propia historia clínica completa. Después de todo eso vino un radiólogo que me sacó 8 placas, y 3 de ellas hubo que repetirlas porque venían, supuestamente de fábrica, usadas. Fue cómico cuando el tipo estaba viendo mis placas recién reveladas y exclamó "¿Qué es esto? ¿El monstruo de dos cabezas?". Pero no, era yo y otro tipo, con nuestras cabezas en diferentes posiciones.
Cuando al fin me volvió a ver la doctora, con radiografías en mano, me dijo que se veía mi antigua fractura de tabique, que tenía los cornetes de la nariz inflamados, que el cráneo estaba intacto y que tenía esguince cervical.

Conclusión: collarín en el cuello por 7 días, nada de ejercicio ni esfuerzos, comida sana y nada ácido para mi pancita, y 3 remedios distintos: uno cada 8 horas, otro cada 12 y el tercero cada 24. Ah, y hielo en la nariz cada 4 hrs. Salí del sanatorio justo 3 horas después de haberme golpeado, me perdí el concierto y volví a mi casa parada en el metro, después de haber entrado acostada en camilla a la clínica. Todo muy ridículo.

En resumen: mi semana santa para conocer méxico, pasear y sacar fotos, se esfumó en un instante. Llegó mi segundo esguince, también en México, también sola, también sin mi experta kinesióloga Andrea para ayudarme en la recuperación.
Pero estoy viva y entera... y aún lúcida como para poder contarlo. Siempre se aprende algo.

Aprendizajes que comparto:
  • Viajando en colectivo con un loco al volante, nunca descanses ni bajes tus brazos.
  • Cuando te golpees la nariz no llores, después te vas a arrepentir.
  • Si te golpeas y el transporte tiene seguro, úsalo porque no sabes qué secuelas tendrán tus golpes.
  • Si haces uso de un seguro de viajero, olvídate de asistir a tu concierto.
  • No creas cada vez que te digan "la ambulancia ya viene". Mejor respira hondo y espera con paciencia.
  • Los camilleros que conducen ambulancias, nunca viajaron acostados atrás ni les dolió nada.
  • Accidentarse un domingo es muy recomendable, ya que en la clínica te atenderán apenas llegues.
  • Los sandwichitos comidos en la sala de radiografías, son siempre más ricos que en otra parte.
  • Si después de dos días te duelen las clavículas, es de tanto intentar mirar hacia abajo con el collarín. Es mejor imaginar tus pies que intentar verlos.

domingo, 5 de abril de 2009

¿Ir al cine o ingresar a una multinacional?

Hace unos días fui al cine en la Ciudad Universitaria de la UNAM, que en su zona cultural tiene varias salas de concierto, algunas de teatro, otras de danza, varios cines, sala de exposiciones, librería, museos, auditorios, etc. Un universo de cultura a precios especiales para estudiantes... un verdadero lujo.
Pero esta vez, específicamente, fui al cine. Llegué primera, entré a la sala, y me sorprendí gratamente al ver que, aunque sus butacas eran modernas y cómodas, la estructura y estilo de la sala no era como las de las cadenas comerciales de cines, sino más tradicional. El característico pasillo central, los parlantes perpendiculares a la pared, la ventana superior donde ves al empleado que pasa la película, acceso a los baños desde la sala, presencia del acomodador con linternita y todo, y por último, que la función va igual aunque haya 2, 5 ó 9 personas en el público.

Todo esto me hizo recordar la época en que los cines eran cines, y no máquinas de hacer dinero. Les cuento a las nuevas generaciones, a riesgo de parecer una vieja melancólica, que no siempre ir al cine significó entrar a un centro comercial gigante, con 8 salas juntas, boleterías donde te hablan por micrófono, olorosos puestos de pop-corn de gigantes recipientes, 15 minutos de propaganda inicial, parlantes ensordecedores... No.

Hace 20 años y más, ir al cine era llegar a las 3 de la tarde del sábado y salir a las 7 u 8 de la noche, después de haber pagado una entrada y haber visto dos películas, con intervalos para ir al baño o al kiosco del hall central, en el cual sólo se vendían galletitas, turrones, caramelos, pastillas y chicles. Para tomar, las gaseosas se vendían en botellas de vidrio con pajita, que se devolvían en el mismo kiosco al salir. Las dos películas eran hábilmente combinadas, de manera que generalmente la primera era graciosa, cómica o de aventura (uno salía al intervalo con todo el ánimo), y la segunda solía ser romántica y/o con elementos dramáticos, de manera que uno salía movilizado y sonándose la nariz, pero no importaba porque afuera ya estaba oscuro, y porque después de toda una tarde en la que salías al hall central más de una vez y podías socializar, ya estabas en confianza con el resto de la gente que había visto la película: habías comentado la primera, y ahora podían llorar juntos por la segunda.

Los cines "Astro" y "Bristol" en Martínez, eran los más concurridos de la zona norte del gran Buenos Aires. Si uno quería viajar un poco en el 60, se iba a Cabildo y Congreso, donde había 2 ó 3 cines para elegir, o la tercera opción era ir a la calle Florida, si querías ir a chocarte con gente antes de entrar. También podías ir al económico cine "Don Bosco" en San Isidro, si querías ver películas para todo público, elegidas por los curas.
Pero en casi todos los barrios había un cine, que hoy se han transformado mayormente en iglesias de pastores autoerigidos. Algunos de los cines más importantes o mejor ubicados siguen existiendo, pero tuvieron que "modernizarse" para sobrevivir y ya no tienen la magia que murió a inicios de los '90, cuando aparecieron esos engendros multinacionales.

No vamos a caer en el fatalismo de decir con Calderón que "cualquiera tiempo pasado fue mejor", pero a veces se extrañan esos ritos sociales que le daban un sabor especial a la vida... esa época en que el público era público, y no un montón de extraños sentados en una sala sin mirarse nunca a los ojos.