domingo, 27 de diciembre de 2009

Va-ca-cio-nes!!!

...y se terminó el año.

Increíblemente, pude terminar con todos los trabajos, presentaciones y defensas de este segundo semestre de la Maestría. Se me hizo pesado, la verdad.
Pero cuando me vi libre de tanta tarea, sentí un alivio realmente grande, como si hubiera terminado una etapa importante de la vida.
Bueno, cumplí con el primer año, la mitad de la maestría, y lo hice con éxito. Pero no me fue muy fácil, y el próximo año se vaticina más pesado aún.

Así que ahora tengo que descansar. Y lo haré de la mejor manera.

Durante el próximo mes, les estaré relatando un lindo viaje por 5 países de centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica.

Así que, queridos lectores: ¡Estén atentos!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Percusión total

Ayer fui a un Concierto de música clásica, en una sala espectacular, de la que me hice fan el semestre pasado, ya que es especial para música de Orquesta, con la mejor acústica de América, y allí toca todas las semanas la Orquesta Filarmónica de la Universidad donde estudio (la mejor de Latinoamérica dicen los ránkings, jajaja)

Pero resulta que cuando yo tenía 3, 4, 5 y 6 años (después nació mi hermano y todo mi mundo cambió), mi mamá me llevaba al Teatro Colón en Buenos Aires (oh sí, soy una de esas niñas), y de las Orquestas, no me llamaban la atención esos hombres con tortícolis que estaban en el centro y movían todos juntos sus palitos al son de la música, ni los señores de atrás que tocaban flautas largas, ni el señor que le deba la espalda al público y movía otro palito con la mano... me llamaban poderosamente la atención los tambores, platillos, triangulitos y todo lo que hacía ruido en un extremo izquierdo, al fondo del escenario (jaja, parece posición política mi descripción).
Es que me parecía que la música era como siempre igual, y de repente se ponía interesante cuando los tambores y platillos irrumpían para cambiar toda la escena armónica de los otros señores del medio con sus palitos, que hacían todos lo mismo.

Bueno, todo esto para entender que ayer, cuando llegué a la sala y vi que en la Orquesta había 8 timbales, como 6 platillos, un gong y otro-tambor-grande-vertical-que-no-sé-cómo-se-llama, me dije "esto va a estar bueno" y ya estudié toda la trayectoria necesaria para acercarme cuando fuera necesario, y cumplir mi sueño de infancia... bueno, uno de ellos.

Primero transcurrió el Concierto para piano y orquesta nº 2 en si bemol mayor de Beethoven, lindo, tranquilo, mucho piano y violines... yo tranqui en mi lugar. Intervalo, y luego comenzó la sinfonía nº 1 en re mayor, Titán, de Gustav Mahler... buena de entrada, de a poco se fue poniendo más movidita y empezaron a intervenir los timbales, primero sólo 2, después el tamborzote, y ahí ya vi que era "mi momento", y me acerqué a la parte superior-posterior de la Orquesta. O sea, llegué a estar justo arriba de los timbales, y cada golpe lo sentía en toda mi piel... espeluznante!

Claro que la mirada severa del Director mientras me trasladaba (Alun Francis, para los que saben de música, un grande!) me recordó a todas las maestras que tuve durante mi primaria, a las canas verdes que andan por ahí ondeando mi nombre al viento, a todos los retos y reproches de todo el mundo... simplemente por ser una chica curiosa.

Siempre fui una niña curiosa, y eso muchas veces molesta, lo sé. Pero si no hubiera sido una niña curiosa, no hubiera llegado ayer a estar arriba de la Orquesta. No hubiera logrado buenos resultados en los estudios, ni hubiera obtenido una beca para estudios de posgrado, ni me hubiera interesado por venir a estudiar en México, ni hubiera ido ayer a la Sala Nezahualcóyotl, ni hubiera prestado atención a los instrumentos de percusión, ni me hubiera trasladado hasta arriba de la Orquesta.

Ayer, gracias a ser una niña curiosa, FUI FELIZ. Habitualmente lo soy, pero ayer fue una felicidad emocionante, que me puso los pelos de punta, me estremeció la piel, me hizo sentir niña otra vez, me permitió disfrutar la magia de la música, ese lenguaje universal que el cuerpo entiende sin necesidad de estudiar ni traducir.

Para compartir algo de ese momento, subo aquí una foto de mi punto de vista de la Orquesta para escuchar a Mahler (Sinfonía muy recomendable por cierto).

PD: próximo post: número 100!!!
Fiesta, fiesta, fiesta!!!

sábado, 14 de noviembre de 2009

Como un relato de mi vida actual

Nada reemplaza a pensar,
nada reemplaza a dejar de pensar y salir a caminar,
nada reemplaza a regresar de caminar y hablar con una persona amada,
nada reemplaza a dejar de hablar con ella y fundirse en un abrazo,
nada reemplaza a terminar el abrazo y preparar un plato,
nada reemplaza a terminar de cenar y disponerse a dormir,
nada reemplaza a despertarse y tomar un buen baño,
nada reemplaza a vestirse y emprender el día,
nada reemplaza a lograr algo en tu día,
nada reemplaza a observar tu logro,
recordar tu persona amada, la caminata, el abrazo
y pensar en ello.

Autor: Luis Pescett

domingo, 8 de noviembre de 2009

postito

ponele cualq titulo
o no le pongas nada
pero postea :)

Cuando uno recibe un mail así, siente que tiene un público cautivo que espera la publicación de algún tipo de genialidad de parte de uno.
Y en realidad, esto sólo acrecienta la tensión.
Ya sé que hace mucho que no posteo.
Tal vez será que estoy en una etapa muy creativa en mi proyecto de investigación, y que éste me consume toda mi capacidad de escribiente.
Como siempre pasa en estos casos, cuantos más días pasan desde el último post, más crece la tensión, y más en blanco se queda uno/a. ¿Acaso nunca les pasó?

En fin, acá estoy, posteando, algo. Saludos.

jueves, 22 de octubre de 2009

Estrategias identitarias

Hoy, a raíz de escuchar a algunos mexicanos conversar, estuve reflexionando sobre algo:

En las relaciones humanas, todo se trata de estrategia. Lo que dices, cuándo lo dices, a quién lo dices... y lo que NO dices (o no haces), con quién no lo dices, cuándo no lo dices... lo que muestras, lo que no muestras y ante quién lo muestras o no... todo tiene una razón, que tiene que ver con quién queremos ser para los demás, quién podemos ser para los demás, y quién nos conviene ser para los demás.

Yo creo que finalmente la vida social es tan estratégica como un partido de ajedrez. Esto mientras sea pacífica, porque en ocasiones, también podría compararse a la estrategia de la guerra.

Lo más importante y difícil a la vez, es seguir sabiendo quiénes somos en realidad, a pesar de tanta telaraña social.

miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Educación o dominación?

"Los problemas comienzan cuando una voluntad pretende sujetar a una inteligencia".
Jacques Rancière

miércoles, 16 de septiembre de 2009

De Sistemas, Burocracias y Racionalidades

Encontré un texto que no tiene desperdicio, y que podría aplicarse a varios temas relacionados con lo que hoy se ha dado en llamar en nuestros países "la modernización del Estado", o tal vez con las mentadas "Reformas educativas" heredadas de España...

A mí me recuerda a la visión sociológica de Max Weber y su explicación de la racionalización creciente y el surgimiento de la burocracia.

Pero mejor, sin más preámbulo, los dejo gozar del relato. Las conclusiones quedan a cargo del lector.

Fábula de los Cerdos Asados
por: Gustavo Francisco Cirigliano*


Cierta vez se produjo un incendio en un bosque en el que se encontraban cerdos.

Estos se asaron.

Los hombres, acostumbrados a comer carne cruda, los probaron y los hallaron exquisitos.

Luego, cada vez que querían comer cerdos asados, prendían fuego a un bosque.

¿Pero qué sucedió cuando se intentó modificar "El Sistema" para implantar uno nuevo?

Hacía tiempo que algunas cosas no marchaban bien: los animales se carbonizaban, a veces quedaban parcialmente crudos; otras, de tal manera quemados que era imposible utilizarlos. Como era un procedimiento montado en gran escala preocupaba mucho a todos, porque, si El Sistema fallaba en gran medida, las pérdidas ocasionadas eran igualmente grandes.

Miles eran los que se alimentaban de esa carne asada y también muchos miles eran los que tenían ocupación en esa tarea. Por tanto, "El Sistema" simplemente no debía fallar.

Pero, curiosamente, a medida que se hacía en mayor escala, más parecía fallar y mayores pérdidas causar. En razón de las deficiencias, aumentaban las quejas. Ya era un clamor general la necesidad de reformar a fondo El Sistema.

Tanto que todos los años se reunían congresos, seminarios, conferencias, jornadas para hallar la solución. Pero parece que no acertaban a mejorar el mecanismo, porque al año siguiente se volvían a repetir los congresos, seminarios, conferencias y jornadas. Y así siempre.

Las causas del fracaso de "El Sistema", según los especialistas, debían atribuirse o bien a la indisciplina de los cerdos que no permanecían donde debieran, o bien a la inconstante naturaleza del fuego tan difícil de controlar, a los árboles excesivamente verdes, o a la humedad de la tierra, o al Servicio de Informaciones Meteorológicas que no acertaba con el lugar, momento y cantidad de lluvias, o...

Las causas eran -como se ve- difíciles de determinar porque en verdad El Sistema para asar cerdos era muy complejo: se había montado una gran estructura; una gran maquinaria, con innumerables variables, se había institucionalizado. Había individuos dedicados a encender: los igniferi, que a su vez eran especialistas de sectores; incendiador o ignifer de zona norte, de zona oeste, etc., incendiador nocturno, diurno, con especialización matinal o vesperal, incendiador de verano, de invierno (con disputas jurisdiccionales sobre el otoño y la primavera). Había especialistas en vientos (anemotécnicos). Había un director general de Asamiento y Alimentación Asada, un director de Técnicas Igneas (con su Consejo General de Asesores), un administrador general de Forestación Incendiable, una Comisión Nacional de Entrenamiento Profesional en Porcología, un Instituto Superior de Cultura y Técnicas Alimentarias (el ISCYTA) y el BODRIO(Bureau Orientador de Reformas Igneo-Operativas).

El BODRIO era tan grande que tenía un inspector de reformas cada 7000 cerdos, aproximadamente. Y era precisamente el BODRIO el que propiciaba anualmente los congresos, seminarios, conferencias y jornadas. Pero éstos solo parecían servir para aumentar el BODRIO, en burocracia.

Se había proyectado y se hallaba en pleno crecimiento la formación de nuevos bosques y selvas, siguiendo las últimas indicaciones técnicas (en regiones elegidas según una determinada orientación y donde los vientos no soplaban más de tres horas seguidas, donde era reducido el porcentaje de humedad, etcétera).

Había miles de personas trabajando en la preparación de esos bosques que luego se habrían de incendiar.

Había especialistas en Europa y en los EE.UU. estudiando la importación de las mejores maderas, árboles, cepas, semillas, de mejores y más potentes fuegos, estudiando ideas operativas (por ejemplo: cómo hacer pozos para que en ellos cayeran los cerdos). Había además grandes instalaciones para conservar los cerdos antes del incendio, mecanismos para dejarlos salir en el momento oportuno, técnicos en su alimentación.

Había expertos en la construcción de establos para cerdos; profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; investigadores que brindaban el fruto de su trabajo a las universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; fundaciones que apoyaban a los investigadores que brindaban el fruto de su trabajo a las universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos, etc.

Las soluciones que los congresos sugerían eran por ejemplo: aplicar triangularmente el fuego luego de raíz cuadrada de n. 1 por velocidad de viento sur; soltar los cerdos quince minutos antes que el fuego promedio del bosque alcanzara 47º C; otros decían que era necesario poner grandes ventiladores que servirían para orientar la dirección del fuego. Y así por el estilo. Y no se necesita decirlo, muy pocos de los expertos estaban de acuerdo entre sí, y cada uno tenía investigaciones y datos para probar sus afirmaciones.

Un día, un ignifer Categoría S-O/D-M/V-LL (o sea un encendedor de bosques especialidad sudoeste, diurno-matinal, licenciatura en verano lluvioso), llamado Juan Sentido-Común, dijo que el problema era muy fácil de resolver. Todo consistía, según él, en que primero se matara al cerdo elegido, se lo limpiara y cortara adecuadamente y se lo pusiera en un enrejado metálico o armazón sobre unas brasas hasta que por efecto del calor, y no de la llama se encontrara a punto.

-¿Matar? -exclamó indignado el Administrador de Forestación.
-¡Cómo vamos a hacer que la gente mate! Ahora el que mata es el fuego. ¿Nosotros matar? ¡Nunca!

Enterado el director general de Asamiento, lo mandó a llamar. Le preguntó qué cosas raras andaba diciendo por ahí, y luego de escucharlo, le dijo:

-Lo que usted dice está bien, pero solo en teoría. No va a andar en la práctica. Más aún, es impracticable. Veamos, ¿qué hace usted con los anemotécnicos, en el caso de que se adopte lo que sugiere?
-No sé -respondió Juan.

-¿Dónde coloca los encendedores de las diversas especialidades?
-No sé.

-¿Y los especialistas en semillas, en maderas? ¿Y los diseñadores de establos de siete pisos, con sus nuevas máquinas limpiadoras y las perfumadoras automáticas?
-No sé.

-Y a los individuos que han ido al extranjero a perfeccionarse durante años, y cuya formación ha costado tanto al país, ¿los voy a poner a limpiar cerditos?
-No sé.

-Y los que se han especializado todos estos años en integrar congresos y seminarios y jornadas para la reforma y mejoramiento de El Sistema, si lo suyo resuelve todo, ¿qué hago con ellos?
-No sé.

-¿Se da usted cuenta ahora de que la suya no es la solución que necesitamos todos? ¿Usted cree que si todo fuera tan simple no la hubieran hallado antes nuestros especialistas? ¡A ver! ¿Qué autores dicen eso? ¿Qué autoridad puede avalar su sugestión? ¡Usted se imagina que yo no puedo decirles a los ingenieros de anemotécnica que es cuestión de poner brasitas sin llama! ¿Y qué hago con los bosques ya preparados, a punto de ser quemados, que solo poseen madera apta para el fuego-en-conjunto, cuyos árboles no producen frutos, cuya escasez de hojas hace que no sirvan para sombra? ¿Qué hago? ¡Dígame!
-No sé.

-¿Qué hago con la comisión Redactora de Programas de Asado, con sus departamentos de Clasificación y Selección de Cerdos, Arquitectura Funcional de Establos, Estadística y Población, etcétera?
-No sé.

-Dígame: el ingeniero en Porcopirotecnia, Don J. C. de Figuración, ¿no es una extraordinaria personalidad científica?
-Sí, parece que sí.

-Bueno. El simple hecho de poseer valiosos y extraordinarios ingenieros en pirotecnia indica que El Sistema es bueno. Y, ¿qué hago yo con individuos tan valiosos?
-No sé.

-¿Ha visto? Usted lo que tiene que traer como solución es cómo hacer mejores anemotécnicos, cómo conseguir más rápidamente encendedores del oeste (que es nuestra dificultad mayor), cómo hacer establos de ocho pisos o más, en lugar de solo siete como ahora. Hay que mejorar lo que tenemos y no cambiarlo. Tráigame usted una propuesta para que nuestros becarios en Europa cuesten menos, o cómo hacer una buena revista para el análisis profundo del problema de la Reforma del Asamiento. Eso es lo que necesitamos. Eso es lo que el país necesita. ¡A usted lo que le falta es sensatez, Sentido-Común! Dígame, por ejemplo, ¿qué hago con mi buen amigo (y pariente) el presidente de la comisión para el Estudio para el Aprovechamiento Integral de los Residuos de los ex Bosques?
-Realmente estoy perplejo -dijo Juan.

-Bueno. Ahora que conoce bien el problema, no vaya por ahí diciendo que usted lo arregla todo. Ahora ve que el problema es más serio y no tan simple como se imaginaba. Uno desde abajo y desde afuera dice. Pero hay que estar adentro para conocer el problema y saber las dificultades. Ahora, entre nosotros, le recomiendo que no insista con lo suyo porque podría traerle dificultades con su puesto. ¡No por mí! Yo se lo digo por su bien, porque yo lo comprendo; yo le entiendo su planteo, pero, usted sabe, puede encontrarse con otro superior menos comprensivo; usted sabe cómo son, a veces ¿eh?...

El pobre Juan Sentido-Común no dijo ni mú. Sin saludar, entre asustado y atontado, con la sensación de estar caminando cabeza abajo, salió y no se le vio nunca más. No se sabe dónde fue.

Por eso es que dicen que en estas tareas de reforma y mejora de El Sistema, falta Sentido-Común.

La “Fábula de los cerdos asados”, de Gustavo Cirigliano*, fue publicada originalmente en la revista Cátedra y Vida, Buenos Aires, 1959.

* Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido profesor de Filosofía de la Educación en varias universidades de Argentina, América y España. Autor de Filosofía de la Educación (1967) y de varios otros libros sobre estos temas. Miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.