Todo comenzó cuando yo estaba en una estación del metro buscando dónde comprar una "guía roji" de la ciudad de México, que es una especie de "Guía T" pero 10 veces más pesada, e infinitamente más cara. Me mandaron a recorrer un "pasillo de los libros" que es una interesante pasarela subterránea, que va de una estación a otra del metro, llena de librerías de todas las editoriales, tipo calle Corrientes pero con luz artificial. Como no la conseguí en ninguna de ellas, me mandaron a una librería que estaba arriba, en la calle, cerca del Zócalo.
Pues bien, salí del metro justo frente al Zócalo. Me llamó la atención la enorme bandera mexicana, y saqué mi cámara del bolsillo delantero del pantalón, donde la tenía desde hacía un rato ya, porque venía en el Metro sacando fotos de cartelitos graciosos para la colección. Entonces tomé un par de instantáneas de la Plaza, casi sin detenerme, y en eso veo por el rabillo del ojo que tengo abierta la mochila.
Habían pasado 2 minutos y medio fuera del metro, y ya me habían detectado los locales amigos de lo ajeno. (Sí, ya sé, es hora de cortar las cintitas que cuelgan de los cierres de mi mochila... es que quedan tan lindas... y las voy a extrañar...)
Inmediatamente desensillé la mochila para constatar lesiones, y ví que sólo faltaba el estuche de la cámara, que estaba arriba de mi sweater doblado que tapaba todo lo demás. Miré a mi alrededor y no ví a nadie en situación sospechosa ni de escape. A unos 6-8 metros había un policía gordo al que miré con ojos inquisidores, y él simplemente bajó la mirada y giró hacia otro lado, como queriendo decir "yo no ví nada".
Como venía escuchando Saltimbanco del Cirque du Soleil en mi MP3, estaba optimista y hasta me alegré de que "mi primera vez" haya sido tan leve, sólo lamenté que en el estuche había un papelito con el email de una persona a la que nunca le escribí.
Al llegar a la esquina, ví movimientos raros y mucha gente junta, entonces saqué nuevamente la cámara y jugué a la reportera gráfica, para mostrarles a ustedes cómo la policía decomisa a los pobres vendedores ambulantes en el DF:
A continuación compré mi guía roji, y al salir de la librería quise retratar la reunión de los vendedores, que trataban de entender lo que había sucedido tan rápido. Entonces saqué esta foto, pero como ví que se enojaron y me empezaron a gritar en un tono ayanquilado "nou photo", levanté una mano y con la otra guardé visiblemente la cámara, para demostrar que me rendía ante el poder popular, y huí de allí.
Pero atención, porque no termina aquí la historia. Al volver sobre mis pasos para llegar nuevamente a la estación del metro, encontré tirado en la vereda, al lado de un arbolito ubicado unos metros más allá de donde fui robada, mi estuche de la cámara. Cuando me agaché a recogerlo, lo primero que me fijé es si tenía aún el papelito del email, ante lo cual respiré aliviada...
Finalmente quedé feliz con la experiencia, ya que fue mi primer robo en México, pero no perdí nada!
Todo esto sirve para que chizz no pueda decir más que nací con mala suerte.