lunes, 8 de junio de 2009

Relax

Luego de 10 días de ausencia de noticias, vuelvo para decirles que estuve enfrascada en terminar miles de trabajos para la Maestría, y que este fin de semana me fui a relajar al lugar que aparece en la foto...

Es el valle del Limarí, en la cuarta Región de Chile... fui a una hostería donde me dormí escuchando correr el agua en los canales de riego, me despertaron con un desayuno campestre, y pude hacer caminatas por el campo, sacando más de cien fotos lindísimas. Me relajé un poco de tanto estudio, aunque como siempre pasa, se me hizo muy cortito el tiempo...

Pronto estaré en Argentina para seguir relatando mis aventuras, por un par de semanas desde esas tierras.

jueves, 28 de mayo de 2009

Cultura, cultura...

Después de 3 meses estudiando teóricos sobre la cultura, la interculturaldad, la endoculturación, el sistema sociocultural, y muchos términos por el estilo, me puse estos días a intentar definir la cultura en un concepto con el que realmente yo esté de acuerdo.
Volví a releer textos ya analizados, busqué otros... en fin, trabajé 3 días en el tema, leyendo definiciones de 3 páginas, para llegar ayer a la definición, a simple vista simplota, de Robert Lowie:
"La cultura es una cosa sui generis que sólo puede explicarse en términos de sí misma".
Nada más que agregar. Simplemente, genial.

martes, 26 de mayo de 2009

Latinoamérica: ¿Presente, pasado o futuro?

Noche de insomnio y lectura: 240 interesantes páginas sobre interculturalidad. Antes de acostarme a las 7:30 am, les comparto una partecita de un interesantísimo artículo sobre nuestra cultura latinoamericana y su construcción a fuerza de inmigraciones.
Para pensar en las categorías espacio-temporales relacionadas con la cultura...

Las naciones de la región se construyeron en el choque entre poblaciones aborígenes e inmigrantes, sean conquistadores coloniales o no. Esta confrontación configuró sociedades particulares, nuevas, distintas a las europeas, y evidentemente, diferentes de las prehispánicas. Las tradiciones originales quedaron lejos de esas tierras o atrás en el tiempo.
Se configuraron sociedades con dimensiones temporales nuevas, no construidas en base al pasado o la tradición, como en Europa, sino sobre un presente continuo que se reconstruía permanentemente a medida que avanzaba la interculturalidad, y producto de un proceso de comunicación real entre inmigrantes y aborígenes. Es decir, se echaban bases de una sociedad que no reposaba sobre la tradición, sino que se basaba en el enfrentamiento permanente de culturas que luchaban por predominar, o sobrevivir, en el momento presente.

Fernando García Naddaf

lunes, 25 de mayo de 2009

25 de mayo, nació un caballo...

Hace 18 años, me fui a vivir a Montevideo, Uruguay.
Teniendo en cuenta que era joven, argentina, y que Uruguay se considera OTRO PAÍS -aunque tengamos una cultura común rioplatense- era un gran salto para mí, todo un cambio. A pesar de que en 6 horas de viaje podía estar en Buenos Aires, esto no era tan fácil, por lo económico, por los compromisos asumidos y los permisos necesarios, etc.

Entonces, los días como hoy, fiestas patrias en mi país natal, eran especiales. Me reunía con las dos argentinas que conocía, con quienes estudiaba filosofía allá, comíamos empanadas con vino, y lo más importante: cantábamos el Himno Nacional.

Pensar que cuando uno va al colegio, cantar el himno es lo más aburrido y sin sentido que hay, un acto mecánico impuesto por las autoridades, durante el cual buscás las mil maneras de entretenerte, haciendo cosas prohibidas y sancionadas por tus pobresores.

Pero cuando uno vive en otro país y llega una fecha así, escuchar la música del himno puede volverse la experiencia más emocionante del mes.
Hoy soy menos melancólica (creo), después de tantos años fuera del país y habiendo vivido en otros dos países latinoamericanos, pero un 25 de mayo, siempre es un 25 de mayo.

Update:
Acababa de publicar esto, cuando suena el teléfono y del otro lado del cable, mi madre en Buenos Aires me cuenta que está melancólica por la fecha patria, y que se acuerda con nostalgia de cuando me fue a visitar a Montevideo en esta fecha, hace 17 años, y un amigo argentino que cumplía años ese día, subió una banderita chiquita mientras nosotras cantábamos el himno... y que fue tan emocionante para ella estar en otro país un 25 de mayo y reunirse con argentinos, cantar el himno y subir la banderita...

En fin: Un recuerdo de mi amigo Jorge que yo no tenía presente en este momento... pero también, la demostración del origen de mi nostalgia patria...

viernes, 22 de mayo de 2009

Algunas anécdotas no relatadas de mi estancia en México

* Me encontraba en la otra punta de la ciudad, estaba como a 15 cuadras del metro y quería regresar a mi casa. Obviamente que no averigüé por colectivos o micros para ir a mi casa, ya que el tránsito es un caos y no puedo soportarlo. Me acerqué a un policía (hay quienes dicen que son confiables) y le pregunté cómo llegar al metro. Me recomendó vivamente que no caminara las 15 cuadras, porque "es muy peligroso para alguien como Usted" (?), en cambio, me indicó como la mejor opción, unas combis truchas (llámense alternativas) que pasaban por ahí. Parece que en México ni siquiera se cuestiona la ilegalidad de estos transportes como sí ocurre en Chile, ni se plantean siquiera la posibilidad de que sean perseguidas y sancionadas por la autoridad, sino que los mismos policías te las recomiendan. Increíble pero real.

* Encontré con gran regocijo, en el supermercado, algo parecido a las facturas argentinas. Se llaman "Pan infantil", y vienen de a 13, surtidas. Las estaba mirando extasiada cuando se cortó la luz en el supermercado, todo se oscureció de una forma impresionante, la gente gritó de horror, las madres buscaban a sus hijos, y yo me quedé quieta. Sabía que tenía adelante las facturitas, esperándome. No esperé a que vuelva la luz y las agarré. Es como si el corte de luz hubiera sido una señal de que las tenía que comprar. Pero son como 10 veces menos ricas que las argentinas, eh.

* Tardé dos meses de estancia en el país para hacerme de una pava (tetera pa los chilensis, caldera para los yoruguas). Iba a los supermercados, a la sección de "Hogar", veía todas las sartenes, ollas y jarritos... pero nada de pava. Preguntaba a las empleadas y no entendían el concepto de mi artículo buscado. Me ofrecían cafeteras eléctricas, de esas de vidrio... Con una me enojé y le pregunté casi gritando "en su casa, cuando se quiere hacer un té, ¿dónde calienta el agua?". Con carita de asustada me señaló un jarrito enlozado de 500 ml. "¿Ahí calientan el agua? Pero es abierto, se evapora todo, y además es muy chico!". "aa-Hay más grandes si quiere..."
Como nada iba a ser como una pava, y en ningún lugar me entendieron el concepto, empecé a hablar con gente conocida sobre la cuestión. Dos personas me dijeron que sí, que en una época habían vendido acá de esas que silbaban, que su abuelita, o su mamá, tenían una y no la usaban (nadie la usa, parece). Pero después me confirmaron que ya no la tenían, que la habían regalado... así que no me la podían prestar. Finalmente una compañera de la maestría, de sesenta y tantos años, apareció un día en mi depto con una pava silbadora vieja y un par de ollas (se horrorizó de que yo tuviera sólo una ollita para todo). Me las prestó por los 2 años que estaré en México. Al día siguiente, feliz y acompañada por la música de Gotan Project, me hice mate por primera vez en norteamérica, ya que como todos sabemos, en un jarrito hervidor de campamento no se puede preparar un mate decente.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nacer o no nacer: ésa es mi cuestión

Mis noches de insomnio a veces son útiles para pensar.
Anoche estuve pensando en esa manía que tengo de no aguantar que otro quiera controlarme/poseerme/dirigirme...
Saqué la conclusión de que muchas cosas que resultan incontrolables para uno cuando es adulto y quiere cambiar algo y no puede, es porque están grabadas desde las primeras experiencias de la vida.

En mi caso, todo comienza con esta historia:
Cuando se cumplió la fecha que OTROS habían determinado para que yo naciera, yo no nacía. No tenía necesidad. Pasaron los días, yo estaba bien donde estaba, y "no estaba ni ahí" con cumplir un calendario del médico.
A los 12 días mi mamá se sintió mal. Tenía contracciones pero no dilatación. Sus músculos querían expulsarme, pero yo no empujaba. Claramente, no quería nacer. (Parece que siempre fui tan ácida en mi visión del mundo, que no quería conocerlo).
Bueno, la cosa es que finalmente, los que tienen el poder se salieron con la suya (como suele ocurrir en el mundo), y ME NACIERON. ¿Por quéééééééé? Si yo no quería!!!
Conclusión: como no respetaron mi voluntad en ese primer acto de la vida en que uno puede elegir algo, ya me sentí violentada, y desde ahí no resisto que otros quieran decidir por mí, me digan lo que "tengo" que hacer (yo no lo tengo, mirá, buscalo), me controlen, me retengan...

Cuando me pasa esto, me sale decir una frase, que desearía con todas mis fuerzas que fuera verdad, pero no lo es:
                                     ¡¡¡NACÍ LIBRE!!!

La llegada (El Regreso X)

Jueves 30 de abril, 20:30 hrs. La Serena, Chile.

¿Creyeron que el relato del viaje había terminado? ¡No! Me faltaba la mejor parte: la llegada a MI casa! Tras 38 horas de traslado, al fin llegué. Bueno, mis huesos y su relleno llegaron. Mi mente nunca se había ido, mi corazón menos.

En el viaje en auto desde Santiago, paramos en una estación de servicio a comer algo caliente: fast food. Para bajar del auto y compartir un mismo ambiente con otra gente, me puse la mascarilla/tapaboca/barbijo. Todos me miraban, llamaba alevosamente la atención. Cuando fui al auto a buscar algo y volví, me crucé en la puerta con una pareja (hombre-mujer). El tipo me preguntó extrañado, señalándose la cara: "¿Usas eso por el asunto de la influenza?". Su tono revelaba una burla que intentaba disimularse. Pensaría "¡Qué ridícula esta mina!". Yo les dije tímidamente "Sí, lo que pasa es que vengo llegando de México..." Inmediatamente, los dos retrocedieron un paso, y me miraron con cara de horror. Y agregué "Yo estoy sana, pero lo hago por Ustedes, por prevención". El tipo me felicitó, y casi agradeciéndome, me dijo que era muy conciente. Responsable diría yo, pero bueno, todos tenemos la manía de hacerle honores al nunca mal ponderado Sigmund y sus teorías.

Sentí que esta nueva etapa, estando recién llegada en Chile, proveniente de México, podría ser muy divertida, sacándole provecho al uso de la mascarilla... pero tuve que reprimir mi instinto diverticuloso, siempre por lo mismo: responsabilidad. Ah, bendita adultez...

Después de comer, me acomodé semi-acostada en el asiento trasero, me despedí de mis queridas amigas, y dormí, dormí y dormí. No me enteré que pagaron peajes, hablaron por celular, bajaron a fumar. Cuando me desperté, estábamos a una hora de llegar. Viví la emoción de la llegada a Coquimbo de noche, en que después de cierta curva del camino, aparece de repente toda la bahía coquimbana con sus lucesitas... y allá atrás, la playa de La Serena, semi-circular. Un paisaje que sabe a retorno, a cansancio de viaje y a satisfacción por la llegada. Un paisaje que hace más de 10 años, siempre me recibe de mis viajes, en esta ciudad que he hecho mía.

Hogar dulce hogar. Inmediatamente, visita de una tercera amiga dispuesta a contagiarse, con tal de saludarme y recibirme. Estrenar los habanos costarricenses, resaborear el vino chileno. Llamada de un desconocido al celular: "¿Tú tienes mi maleta?". ¿Quéééé? "Es que yo tengo la tuya". Tenía ganas de decirle "no, yo conozco mi maleta, ¿cómo me iba a llevar la tuya, gil?". Pero una vez más primó la adulta que crece en mí. Le dí los teléfonos de reclamos de equipaje de la aerolínea, le expliqué todo el protocolo (ya soy experta), y en eso lo reconocí: ¡era el chileno que se creía neoyorquino! No podés! ¿No aprendiste nada en el primer mundo, querido? ¿Y no era que te ibas a quedar reclamando en el aeropuerto hasta que te dieran una indemnización? Noooo, te fuiste tan apurado que ni miraste la maleta, y te llevaste la mía!!!

Bueno, como presentí en mi primera escala en Guatemala, tardaría dos días en reunirme con mis pertenencias. Cuando finalmente recibí la maleta, mi pequeño candadito del locker de la sala de profesores del colegio no existía más: lo habían roto. En su lugar, había una tirita plástica. Revisando mis pertenencias, no podía creer al constatar lo que me faltaba: una botella de cerveza Corona!!!

Ustedes dirán: ¿para qué la trajiste, si en todos los países se venden? Yo les diré: me quedaban dos en mi refrigerador mexicano, me estaba yendo y era un pecado dejarlas, había lugar en la maleta y las guardé. Una estaba mejor escondida que la otra. No sé si se la quedó el chileno reclamador, o algún empleado de la compañía aérea. Pero bueno, que la disfruten. A mí me quedó la otra. ¿Vieron que tengo buena suerte?