martes, 13 de enero de 2009

De cristales, anteojos y anteojeras

Dentro de unos días parto a vivir a un país lejano. Dejo lo conocido para abrirme a otro mundo. Voy a estudiar sobre diversidad cultural a un lugar con una cultura diversa a la mía.
Antes de que me llenen la cabeza de ideas ajenas, quisiera definir lo que yo entiendo por diversidad cultural.
El principito, entre otras cosas, dijo que todo es según el color del cristal con que se mira. Tomo esta definición como base para la mía, porque asumo que aunque la realidad existe por sí misma y no sólo en la medida en que alguien la percibe, sí creo que todos aprendemos a mirar las cosas, la vida, lo que sucede a nuestro alrededor, con los anteojos que nos puso nuestra sociedad. Entonces una misma realidad, una persona criada en un lugar, con una cultura determinada, la va a ver de cierto “color” y eso hará que la interprete de cierta forma; y otra persona, criada en otro lugar, y por lo tanto con otra cultura, percibirá lo mismo como de otro “color” y entonces, le otorgará otro significado.
Si pensamos en que cada ser humano viene al mundo “virgen” de anteojos o anteojeras que nos va poniendo la vida, podemos afirmar que todos vemos el mundo de una manera única y original, y por tanto, le asignamos un significado a cada hecho, cosa o persona, que lo hace único para nosotros, aunque para los demás eso sea valorado de otra manera.
Creo que ésta es mi definición de diversidad: todos somos únicos, y vemos todo de manera original. Pero como los cachorros humanos nos criamos en sociedad, además tenemos cristales que modifican nuestra visión de las cosas, de una forma que es común a todos los integrantes de esa sociedad en particular. Esa es mi definición de cultura.
Cuando personas con diferentes orígenes culturales nos encontramos, nuestra visión de las cosas muchas veces difiere, y valoramos de manera diversa los mismos hechos. Esta es la diversidad cultural. La diversidad cultural hace que la humanidad contenga una riqueza tan enorme que no puede ser medida por los millones de kilómetros del espacio conocido por el hombre.
A veces pienso que si todos tuvieran mi visión del mundo, no habría espacio ni tiempo para los fundamentalismos. Claro que eso es lo que creo yo, pero la verdad es que si todos tuvieran mi visión del mundo, entonces no habría diversidad. Y en realidad, los fundamentalismos comienzan por gente que cree, como yo ahora, que nuestra visión del mundo es la que todos deberían tener.
Definitivamente, no fuimos criados para la diversidad.
Espero aprender algo en los próximos tres años.

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