domingo, 27 de diciembre de 2009

Va-ca-cio-nes!!!

...y se terminó el año.

Increíblemente, pude terminar con todos los trabajos, presentaciones y defensas de este segundo semestre de la Maestría. Se me hizo pesado, la verdad.
Pero cuando me vi libre de tanta tarea, sentí un alivio realmente grande, como si hubiera terminado una etapa importante de la vida.
Bueno, cumplí con el primer año, la mitad de la maestría, y lo hice con éxito. Pero no me fue muy fácil, y el próximo año se vaticina más pesado aún.

Así que ahora tengo que descansar. Y lo haré de la mejor manera.

Durante el próximo mes, les estaré relatando un lindo viaje por 5 países de centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica.

Así que, queridos lectores: ¡Estén atentos!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Percusión total

Ayer fui a un Concierto de música clásica, en una sala espectacular, de la que me hice fan el semestre pasado, ya que es especial para música de Orquesta, con la mejor acústica de América, y allí toca todas las semanas la Orquesta Filarmónica de la Universidad donde estudio (la mejor de Latinoamérica dicen los ránkings, jajaja)

Pero resulta que cuando yo tenía 3, 4, 5 y 6 años (después nació mi hermano y todo mi mundo cambió), mi mamá me llevaba al Teatro Colón en Buenos Aires (oh sí, soy una de esas niñas), y de las Orquestas, no me llamaban la atención esos hombres con tortícolis que estaban en el centro y movían todos juntos sus palitos al son de la música, ni los señores de atrás que tocaban flautas largas, ni el señor que le deba la espalda al público y movía otro palito con la mano... me llamaban poderosamente la atención los tambores, platillos, triangulitos y todo lo que hacía ruido en un extremo izquierdo, al fondo del escenario (jaja, parece posición política mi descripción).
Es que me parecía que la música era como siempre igual, y de repente se ponía interesante cuando los tambores y platillos irrumpían para cambiar toda la escena armónica de los otros señores del medio con sus palitos, que hacían todos lo mismo.

Bueno, todo esto para entender que ayer, cuando llegué a la sala y vi que en la Orquesta había 8 timbales, como 6 platillos, un gong y otro-tambor-grande-vertical-que-no-sé-cómo-se-llama, me dije "esto va a estar bueno" y ya estudié toda la trayectoria necesaria para acercarme cuando fuera necesario, y cumplir mi sueño de infancia... bueno, uno de ellos.

Primero transcurrió el Concierto para piano y orquesta nº 2 en si bemol mayor de Beethoven, lindo, tranquilo, mucho piano y violines... yo tranqui en mi lugar. Intervalo, y luego comenzó la sinfonía nº 1 en re mayor, Titán, de Gustav Mahler... buena de entrada, de a poco se fue poniendo más movidita y empezaron a intervenir los timbales, primero sólo 2, después el tamborzote, y ahí ya vi que era "mi momento", y me acerqué a la parte superior-posterior de la Orquesta. O sea, llegué a estar justo arriba de los timbales, y cada golpe lo sentía en toda mi piel... espeluznante!

Claro que la mirada severa del Director mientras me trasladaba (Alun Francis, para los que saben de música, un grande!) me recordó a todas las maestras que tuve durante mi primaria, a las canas verdes que andan por ahí ondeando mi nombre al viento, a todos los retos y reproches de todo el mundo... simplemente por ser una chica curiosa.

Siempre fui una niña curiosa, y eso muchas veces molesta, lo sé. Pero si no hubiera sido una niña curiosa, no hubiera llegado ayer a estar arriba de la Orquesta. No hubiera logrado buenos resultados en los estudios, ni hubiera obtenido una beca para estudios de posgrado, ni me hubiera interesado por venir a estudiar en México, ni hubiera ido ayer a la Sala Nezahualcóyotl, ni hubiera prestado atención a los instrumentos de percusión, ni me hubiera trasladado hasta arriba de la Orquesta.

Ayer, gracias a ser una niña curiosa, FUI FELIZ. Habitualmente lo soy, pero ayer fue una felicidad emocionante, que me puso los pelos de punta, me estremeció la piel, me hizo sentir niña otra vez, me permitió disfrutar la magia de la música, ese lenguaje universal que el cuerpo entiende sin necesidad de estudiar ni traducir.

Para compartir algo de ese momento, subo aquí una foto de mi punto de vista de la Orquesta para escuchar a Mahler (Sinfonía muy recomendable por cierto).

PD: próximo post: número 100!!!
Fiesta, fiesta, fiesta!!!

sábado, 14 de noviembre de 2009

Como un relato de mi vida actual

Nada reemplaza a pensar,
nada reemplaza a dejar de pensar y salir a caminar,
nada reemplaza a regresar de caminar y hablar con una persona amada,
nada reemplaza a dejar de hablar con ella y fundirse en un abrazo,
nada reemplaza a terminar el abrazo y preparar un plato,
nada reemplaza a terminar de cenar y disponerse a dormir,
nada reemplaza a despertarse y tomar un buen baño,
nada reemplaza a vestirse y emprender el día,
nada reemplaza a lograr algo en tu día,
nada reemplaza a observar tu logro,
recordar tu persona amada, la caminata, el abrazo
y pensar en ello.

Autor: Luis Pescett

domingo, 8 de noviembre de 2009

postito

ponele cualq titulo
o no le pongas nada
pero postea :)

Cuando uno recibe un mail así, siente que tiene un público cautivo que espera la publicación de algún tipo de genialidad de parte de uno.
Y en realidad, esto sólo acrecienta la tensión.
Ya sé que hace mucho que no posteo.
Tal vez será que estoy en una etapa muy creativa en mi proyecto de investigación, y que éste me consume toda mi capacidad de escribiente.
Como siempre pasa en estos casos, cuantos más días pasan desde el último post, más crece la tensión, y más en blanco se queda uno/a. ¿Acaso nunca les pasó?

En fin, acá estoy, posteando, algo. Saludos.

jueves, 22 de octubre de 2009

Estrategias identitarias

Hoy, a raíz de escuchar a algunos mexicanos conversar, estuve reflexionando sobre algo:

En las relaciones humanas, todo se trata de estrategia. Lo que dices, cuándo lo dices, a quién lo dices... y lo que NO dices (o no haces), con quién no lo dices, cuándo no lo dices... lo que muestras, lo que no muestras y ante quién lo muestras o no... todo tiene una razón, que tiene que ver con quién queremos ser para los demás, quién podemos ser para los demás, y quién nos conviene ser para los demás.

Yo creo que finalmente la vida social es tan estratégica como un partido de ajedrez. Esto mientras sea pacífica, porque en ocasiones, también podría compararse a la estrategia de la guerra.

Lo más importante y difícil a la vez, es seguir sabiendo quiénes somos en realidad, a pesar de tanta telaraña social.

miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Educación o dominación?

"Los problemas comienzan cuando una voluntad pretende sujetar a una inteligencia".
Jacques Rancière

miércoles, 16 de septiembre de 2009

De Sistemas, Burocracias y Racionalidades

Encontré un texto que no tiene desperdicio, y que podría aplicarse a varios temas relacionados con lo que hoy se ha dado en llamar en nuestros países "la modernización del Estado", o tal vez con las mentadas "Reformas educativas" heredadas de España...

A mí me recuerda a la visión sociológica de Max Weber y su explicación de la racionalización creciente y el surgimiento de la burocracia.

Pero mejor, sin más preámbulo, los dejo gozar del relato. Las conclusiones quedan a cargo del lector.

Fábula de los Cerdos Asados
por: Gustavo Francisco Cirigliano*


Cierta vez se produjo un incendio en un bosque en el que se encontraban cerdos.

Estos se asaron.

Los hombres, acostumbrados a comer carne cruda, los probaron y los hallaron exquisitos.

Luego, cada vez que querían comer cerdos asados, prendían fuego a un bosque.

¿Pero qué sucedió cuando se intentó modificar "El Sistema" para implantar uno nuevo?

Hacía tiempo que algunas cosas no marchaban bien: los animales se carbonizaban, a veces quedaban parcialmente crudos; otras, de tal manera quemados que era imposible utilizarlos. Como era un procedimiento montado en gran escala preocupaba mucho a todos, porque, si El Sistema fallaba en gran medida, las pérdidas ocasionadas eran igualmente grandes.

Miles eran los que se alimentaban de esa carne asada y también muchos miles eran los que tenían ocupación en esa tarea. Por tanto, "El Sistema" simplemente no debía fallar.

Pero, curiosamente, a medida que se hacía en mayor escala, más parecía fallar y mayores pérdidas causar. En razón de las deficiencias, aumentaban las quejas. Ya era un clamor general la necesidad de reformar a fondo El Sistema.

Tanto que todos los años se reunían congresos, seminarios, conferencias, jornadas para hallar la solución. Pero parece que no acertaban a mejorar el mecanismo, porque al año siguiente se volvían a repetir los congresos, seminarios, conferencias y jornadas. Y así siempre.

Las causas del fracaso de "El Sistema", según los especialistas, debían atribuirse o bien a la indisciplina de los cerdos que no permanecían donde debieran, o bien a la inconstante naturaleza del fuego tan difícil de controlar, a los árboles excesivamente verdes, o a la humedad de la tierra, o al Servicio de Informaciones Meteorológicas que no acertaba con el lugar, momento y cantidad de lluvias, o...

Las causas eran -como se ve- difíciles de determinar porque en verdad El Sistema para asar cerdos era muy complejo: se había montado una gran estructura; una gran maquinaria, con innumerables variables, se había institucionalizado. Había individuos dedicados a encender: los igniferi, que a su vez eran especialistas de sectores; incendiador o ignifer de zona norte, de zona oeste, etc., incendiador nocturno, diurno, con especialización matinal o vesperal, incendiador de verano, de invierno (con disputas jurisdiccionales sobre el otoño y la primavera). Había especialistas en vientos (anemotécnicos). Había un director general de Asamiento y Alimentación Asada, un director de Técnicas Igneas (con su Consejo General de Asesores), un administrador general de Forestación Incendiable, una Comisión Nacional de Entrenamiento Profesional en Porcología, un Instituto Superior de Cultura y Técnicas Alimentarias (el ISCYTA) y el BODRIO(Bureau Orientador de Reformas Igneo-Operativas).

El BODRIO era tan grande que tenía un inspector de reformas cada 7000 cerdos, aproximadamente. Y era precisamente el BODRIO el que propiciaba anualmente los congresos, seminarios, conferencias y jornadas. Pero éstos solo parecían servir para aumentar el BODRIO, en burocracia.

Se había proyectado y se hallaba en pleno crecimiento la formación de nuevos bosques y selvas, siguiendo las últimas indicaciones técnicas (en regiones elegidas según una determinada orientación y donde los vientos no soplaban más de tres horas seguidas, donde era reducido el porcentaje de humedad, etcétera).

Había miles de personas trabajando en la preparación de esos bosques que luego se habrían de incendiar.

Había especialistas en Europa y en los EE.UU. estudiando la importación de las mejores maderas, árboles, cepas, semillas, de mejores y más potentes fuegos, estudiando ideas operativas (por ejemplo: cómo hacer pozos para que en ellos cayeran los cerdos). Había además grandes instalaciones para conservar los cerdos antes del incendio, mecanismos para dejarlos salir en el momento oportuno, técnicos en su alimentación.

Había expertos en la construcción de establos para cerdos; profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; investigadores que brindaban el fruto de su trabajo a las universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos; fundaciones que apoyaban a los investigadores que brindaban el fruto de su trabajo a las universidades que preparaban a los profesores formadores de los expertos en la construcción de establos para cerdos, etc.

Las soluciones que los congresos sugerían eran por ejemplo: aplicar triangularmente el fuego luego de raíz cuadrada de n. 1 por velocidad de viento sur; soltar los cerdos quince minutos antes que el fuego promedio del bosque alcanzara 47º C; otros decían que era necesario poner grandes ventiladores que servirían para orientar la dirección del fuego. Y así por el estilo. Y no se necesita decirlo, muy pocos de los expertos estaban de acuerdo entre sí, y cada uno tenía investigaciones y datos para probar sus afirmaciones.

Un día, un ignifer Categoría S-O/D-M/V-LL (o sea un encendedor de bosques especialidad sudoeste, diurno-matinal, licenciatura en verano lluvioso), llamado Juan Sentido-Común, dijo que el problema era muy fácil de resolver. Todo consistía, según él, en que primero se matara al cerdo elegido, se lo limpiara y cortara adecuadamente y se lo pusiera en un enrejado metálico o armazón sobre unas brasas hasta que por efecto del calor, y no de la llama se encontrara a punto.

-¿Matar? -exclamó indignado el Administrador de Forestación.
-¡Cómo vamos a hacer que la gente mate! Ahora el que mata es el fuego. ¿Nosotros matar? ¡Nunca!

Enterado el director general de Asamiento, lo mandó a llamar. Le preguntó qué cosas raras andaba diciendo por ahí, y luego de escucharlo, le dijo:

-Lo que usted dice está bien, pero solo en teoría. No va a andar en la práctica. Más aún, es impracticable. Veamos, ¿qué hace usted con los anemotécnicos, en el caso de que se adopte lo que sugiere?
-No sé -respondió Juan.

-¿Dónde coloca los encendedores de las diversas especialidades?
-No sé.

-¿Y los especialistas en semillas, en maderas? ¿Y los diseñadores de establos de siete pisos, con sus nuevas máquinas limpiadoras y las perfumadoras automáticas?
-No sé.

-Y a los individuos que han ido al extranjero a perfeccionarse durante años, y cuya formación ha costado tanto al país, ¿los voy a poner a limpiar cerditos?
-No sé.

-Y los que se han especializado todos estos años en integrar congresos y seminarios y jornadas para la reforma y mejoramiento de El Sistema, si lo suyo resuelve todo, ¿qué hago con ellos?
-No sé.

-¿Se da usted cuenta ahora de que la suya no es la solución que necesitamos todos? ¿Usted cree que si todo fuera tan simple no la hubieran hallado antes nuestros especialistas? ¡A ver! ¿Qué autores dicen eso? ¿Qué autoridad puede avalar su sugestión? ¡Usted se imagina que yo no puedo decirles a los ingenieros de anemotécnica que es cuestión de poner brasitas sin llama! ¿Y qué hago con los bosques ya preparados, a punto de ser quemados, que solo poseen madera apta para el fuego-en-conjunto, cuyos árboles no producen frutos, cuya escasez de hojas hace que no sirvan para sombra? ¿Qué hago? ¡Dígame!
-No sé.

-¿Qué hago con la comisión Redactora de Programas de Asado, con sus departamentos de Clasificación y Selección de Cerdos, Arquitectura Funcional de Establos, Estadística y Población, etcétera?
-No sé.

-Dígame: el ingeniero en Porcopirotecnia, Don J. C. de Figuración, ¿no es una extraordinaria personalidad científica?
-Sí, parece que sí.

-Bueno. El simple hecho de poseer valiosos y extraordinarios ingenieros en pirotecnia indica que El Sistema es bueno. Y, ¿qué hago yo con individuos tan valiosos?
-No sé.

-¿Ha visto? Usted lo que tiene que traer como solución es cómo hacer mejores anemotécnicos, cómo conseguir más rápidamente encendedores del oeste (que es nuestra dificultad mayor), cómo hacer establos de ocho pisos o más, en lugar de solo siete como ahora. Hay que mejorar lo que tenemos y no cambiarlo. Tráigame usted una propuesta para que nuestros becarios en Europa cuesten menos, o cómo hacer una buena revista para el análisis profundo del problema de la Reforma del Asamiento. Eso es lo que necesitamos. Eso es lo que el país necesita. ¡A usted lo que le falta es sensatez, Sentido-Común! Dígame, por ejemplo, ¿qué hago con mi buen amigo (y pariente) el presidente de la comisión para el Estudio para el Aprovechamiento Integral de los Residuos de los ex Bosques?
-Realmente estoy perplejo -dijo Juan.

-Bueno. Ahora que conoce bien el problema, no vaya por ahí diciendo que usted lo arregla todo. Ahora ve que el problema es más serio y no tan simple como se imaginaba. Uno desde abajo y desde afuera dice. Pero hay que estar adentro para conocer el problema y saber las dificultades. Ahora, entre nosotros, le recomiendo que no insista con lo suyo porque podría traerle dificultades con su puesto. ¡No por mí! Yo se lo digo por su bien, porque yo lo comprendo; yo le entiendo su planteo, pero, usted sabe, puede encontrarse con otro superior menos comprensivo; usted sabe cómo son, a veces ¿eh?...

El pobre Juan Sentido-Común no dijo ni mú. Sin saludar, entre asustado y atontado, con la sensación de estar caminando cabeza abajo, salió y no se le vio nunca más. No se sabe dónde fue.

Por eso es que dicen que en estas tareas de reforma y mejora de El Sistema, falta Sentido-Común.

La “Fábula de los cerdos asados”, de Gustavo Cirigliano*, fue publicada originalmente en la revista Cátedra y Vida, Buenos Aires, 1959.

* Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires. Ha sido profesor de Filosofía de la Educación en varias universidades de Argentina, América y España. Autor de Filosofía de la Educación (1967) y de varios otros libros sobre estos temas. Miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.

lunes, 14 de septiembre de 2009

De dolores y placeres

Leyendo a Bentham por obligación (yo nunca elegiría a un utilitarista para leer textos sobre deontología) un domingo por la tarde, me topo con la frase:

"Nunca será deber del hombre hacer lo que no es de su interés".

...

Ya sé qué decirle al profe cuando tenga que explicarle que leí sólo la mitad del texto.

sábado, 29 de agosto de 2009

Empleada pública estudiantil

¿A ustedes también les pasa que cuanto más cosas tienen que hacer, menos se pueden concentrar en hacerlas?

Así fue mi tarde de sábado: tenía que ganar tiempo porque esta semana pretendo participar de un Congreso de tres días en la otra punta de la ciudad, y no puedo por ello faltar a mis clases de posgrado, ni dejar de entregar cinco trabajos diarios que implican el análisis de al menos unas 50 páginas de texto cada uno, ni de hacer un par de power points semanales para alivianarle el arduo trabajo a los profesores. Además, esta semana se suma a la rutina estudiantil de siempre, una prueba on-line y una entrega de avance en mi proyecto de investigación.

La perspectiva era obvia: sábado de estudio. Pero resulta que esta semana estuve pintando parte de mi casita mexicana, y eso implicaba ahora acomodar muchas cosas, y terminar de limpiar las manchas de los pisos y de todos lados, ya que mi forma de trabajar en la casa semeja un concurso de manchas, y no por el elemento artístico precisamente.

Me levanté tarde, porque estaba cansada de la semana, y finalmente porque “para eso es sábado”, ¿o no? Después de desayunar y acomodar varias cosas en el lugar de estudio de la casa, que estaba vacío porque terminé de pintarlo recién ayer, me di cuenta de que quedó tan blanco que al entrar la luz por la claraboya estratégicamente ubicada arriba del escritorio, cuando quisiera estudiar me iba a encandilar demasiado. Empecé a fantasear con estudiar con lentes de sol, y probé si así era mejor. Ya la semana pasada había implementado usar una gorra con visera cuando estudio a la mañana, porque el brillo vertical del sol me ilumina los anteojos y éstos me producen algo así como una película blanca en todo mi campo visual. Ahora se me ocurrió que mejor puedo poner unas cartulinas grises en las paredes aledañas al escritorio, para lograr una mayor concentración visual y menor cansancio de mis pobres ojitos que no tienen la culpa de que su dueña sea tan intelectual y haya estudiado 26 de los 33 años transcurridos desde que adquirió la lectoescritura.

En fin, para acomodar las carpetas llenas de los 7 kilos de fotocopias que saqué en el semestre pasado, más los pocos libros que pude traer desde Chile y los que ya fui adquiriendo en México, mis útiles escolares, la impresora y los CDs, decidí que mejor primero le ponía al estante de madera que los contendrá, un contact transparente para que no se junte tanta tierra y se pueda limpiar más fácilmente. Después de tomar todas las medidas, limpiar detalladamente la madera, y colocar el film transparente, finalmente fui a acomodar los papeles pidiendo perdón a los bosques por tal inescrupuloso acopio de celulosa, y descubrí lo que nunca había calculado: las carpetas y los libros se patinan en una superficie tan brillante y lustrosa, y se caen hacia los lados. Empecé a pensar en las posibles soluciones: poner un par de macetas con plantas intercaladas entre los libros y las carpetas, o tal vez adquirir algún adorno de piedra tallada que existen en gran variedad y belleza en este país… pero como estaba apurada por comenzar a estudiar, lo solucioné provisionalmente con la impresora de un lado y la pila de CDs colocados en forma horizontal por el otro. El diccionario de inglés que adquirí la semana pasada, bastante grueso, ayudó también a la estabilidad del resto de los libros.

Teniendo esto listo, me dio hambre y tuve que ir a cocinar, y preparando las milanesas me di cuenta de que no tenía con qué acompañarlas, y me fui a la verdulería de acá a dos cuadras. Después de una interesante plática con los verduleros sobre las frutas y verduras que hay y no hay en Chile y Argentina, las frutas autóctonas de México y las que no lo son (muchas vienen de Cuba!) y todo lo relativo al motivo de mi estadía en esta ciudad, regresé con un kilo de papa blanca, que me permitió terminar la preparación de mi plato, y media hora después, almorzar. A todo esto, eran las 5 de la tarde. Me dije al sentarme a comer: “a las cinco y media estoy estudiando”.

Cuando hube terminado con la cocina, por supuesto ya había pasado mi límite de tiempo. Así que fui rápidamente al escritorio, me senté y empecé a acomodar los papeles de las diferentes materias que tengo que leer en estos días. Organicé en un calendario las actividades inmediatas para no olvidar ninguna entrega. Decidí concentrarme por ahora en la materia del lunes, y puse ante mí el texto de la “Gran Ética” de Aristóteles, y dejé a mi derecha, a la vista, los “Tratados filosóficos” de Séneca, para recordar que todo eso era para el lunes. Pero antes de empezar a leer, me molestaba el silencio y busqué entonces el discman para escuchar el CD de música latinoamericana que compré el otro día (no tengo equipo de música, ni parlantes ni nada sonoro que no se escuche directamente en los oídos). Cuando empecé a escuchar “El cóndor pasa”, me acordé que necesitaba un lápiz y no lo había traído. Lo fui a buscar a la mochila… “ah no, ayer lo dejé en la cartera”. Bueno, cuando lo tuve volví a sentarme, me enganché los auriculares otra vez, encendí la música y me dispuse a empezar a leer a Aristóteles. Eran las 6 y media.

En la segunda página me encontré con la frase “Vemos pues, que la ciencia o tratado de las costumbres es una parte y un principio de toda la ciencia sociológica, hasta el punto de que a mí me parece que este tratado o discusión de las costumbres no debería llamarse ética, sino más bien sociología o política”. ¿QUÉÉÉÉ? ¿De dónde salió este texto? ¿Desde cuándo Aristóteles habla en primera persona del singular? ¿Cómo es posible que se refiera a “las ciencias” y a “la sociología”, cuando esos conceptos son muy posteriores? ¿Acaso Aristóteles se adelantó 24 siglos a Durkheim al definir como “sociología” a la ciencia que estudia las interacciones dentro de la sociedad? Y el concepto de “sociedad” tampoco existía en la Grecia clásica, donde sólo importaba “la polis”: la ciudad.

Definitivamente, este texto mal traducido era mucho para mí en esta tarde de sábado. Quise continuar la lectura pero me dio un profundo sopor, y me di cuenta que necesitaba un buen café si quería prosperar en mi intento de análisis. Busqué en internet dónde quedaba el “Oxxo” más cercano, que son las tiendas que en todo México venden café de máquina, calentito y recién hecho, durante las 24 hrs. Queda a 12 cuadras. Bueno, lo necesito. Me abrigué, busqué plata, vi que estaba por llover, busqué el paraguas y salí a caminar, “silbando bajito por no llorar” como dirían los uruguayos. Me fui filosofando en esto del concepto de sociedad, de política, de ciencia… Para hacer corto el relato, lo cual es prácticamente más imposible que estudiar en esta tarde de sábado, regresé con mi capuchino moka en un vaso térmico al más puro estilo gringo, y volví a sentarme frente al supuesto Aristóteles que me entregó mi profesor del lunes. Fui inmediatamente interrumpida por el teléfono, que me conectó con Argentina, la cumbre del Unasur, la supuesta instalación de bases militares estadounidenses en Colombia y británicas en las Malvinas… Y esto me recordó (¿?) que el contact que me había sobrado podría servir para forrar los estantes de mi ropa, que también son de madera pelada y esto no es muy limpio que digamos.

Cuando dejé esta instalación realizada en la habitación, regresé a mi “lugar de estudio”, y al ver que eran las 20:30 me dije a mí misma “bueno, me queda media hora para estudiar y después veo las noticias”. Me reí tanto de mi pensamiento, que pensé que hoy parecía una empleada pública, de tanto dar vueltas sin concretar lo que realmente tenía que hacer hoy. No es que no haya hecho nada, es que no hice lo que tenía que hacer. Entonces quise continuar la lectura, pero mi mente se quedó con este pensamiento y en eso tuve la siguiente iluminación: “Claro, es que yo estoy estudiando con una beca estatal, y eso me convierte en una especie de empleada estatal. De hecho, la beca me obliga a regresar a Chile y trabajar para el Estado por el doble de tiempo que dure la beca, así que es mejor para mí ir aprendiendo a desenvolverme en ese medio de burocracia que consiste en dar continuas vueltas de rotación y traslación, y que sin embargo no produce una danza como podría parecer por la descripción, sino una vergonzosa pérdida de tiempo y de energías que los burócratas llaman “trabajo, chamba, pega, laburo”, dependiendo del país de nuestra querida indoamérica en que se encuentren.

En los siguientes minutos, y ya perdiéndome el noticiero de las nueve, me quedé filosofando en la estrecha relación que tenían estos pensamientos con la degeneración del concepto de Política que crearon los griegos, que hemos logrado gracias al nacimiento de nuestros estados modernos. Lo mismo que hizo el “traductor-destructor” de este texto de Aristóteles que había llegado a mis manos, al traducir “logos” por ciencia, y “polis” por sociología.

Como verán, hoy fue un día muy provechoso, en el que aprendí mucha filosofía.

viernes, 7 de agosto de 2009

Emoción

Al fin, encontré la casa de mis sueños para este año.
Para lograrlo, caminé un promedio de 10 kilómetros diarios, durante tres días consecutivos, bajo el rayo de sol veraniego en el D.F., y hablé por lo menos con 80 personas, aunque creo que deben haber superado el centenar. Eso sin contar las llamadas telefónicas...

Como la gente acá está muy paranoica y miedosa, nadie pone un cartel en la puerta de la casa cuando la quiere rentar/alquilar/arrendar, tampoco se manejan mucho con inmobiliarias por el tema de la comisión y por desconfianza, y sólo unos pocos publican por internet el aviso... entonces uno se podría preguntar: ¿cómo hacen para vender y/o rentar sus casas?
Fácil: le avisan a los vecinos. Así, de persona a persona, se corre la voz entre gente de confianza solamente, como pasa aquí en la mayoría de las cosas.
Entonces, ¿qué hace un extranjero/a o alguien de otra ciudad, que busca dónde vivir en el Distrito Federal? Pues tiene que ganarse la confianza de la gente, para que le digan qué vecino/os quieren rentar su casa o un departamento que construyeron sobre su casa para tener un ingreso extra.

Esta búsqueda exige entonces, caminar y caminar. Recorrer las zonas donde uno quisiera vivir, sonreir y saludar a todos, dar buena impresión, preguntar amablemente y sin acercarse mucho físicamente a la gente para que no se sienta amenazada, comentar el clima o lo que haga falta para entrar en diálogo, elegir a quiénes preguntarle (por ejemplo, los menores de 18 aún no tienen permiso de hablar con extraños, y entonces se ve mal que uno se dirija a ellos), y seguir caminando, caminando, caminando.
En las cuadras donde no encontraba a nadie sacando un auto o saliendo a comprar, tuve que inventar un sistema para no dejar de buscar información: elegir la vereda más limpia, con las flores más regadas o el pasto más prolijo, y tocarle timbre. Esa casa, seguro tenía una dueña muy preocupada de la vida de los demás, que sería la más indicada para informarme. Y así fue en muchos casos: esas señoras eran más propensas a conversar, y después del "no" inicial, si uno le seguía la plática, terminaba "recordando" que tal vecino tenía intención de rentar su casa.
Otra táctica muy efectiva, fue comenzar la conversación comentando las bondades del barrio, como tranquilo, seguro, con mucha vegetación, etc. Ellos se sentían complacidos de que alguien "de afuera" quisiera vivir en su cuadra, y se abrían más a dar información.
Pero la verdad es que en los barrios donde yo quería rentar, había muchas casas en venta, pero muy poquitas en renta. Yo comentaba esto con extrañeza: "¿por qué se quieren ir de acá, que es tan bonito para vivir?". Algunos, más parcos, no respondían, otros compartían aparentemente mi impresión.
Bueno, pero lo mejor fue que después de hablar con tantas personas, podría resumir en un diálogo-tipo, el promedio de palabras utilizadas por los mexicanos en sus respuestas:

Yo: -Buenas tardes, cómo está. Estoy buscando casa para rentar en esta calle, porque me gusta mucho para vivir, me parece tranquila y bonita, ¿usted sabe si algún vecino quiere rentar su casa, o un departamento tal vez?
El/ella: -¡Híjole! En esta calle no sé de nadie que rente... (o) ¡Híjole! Qué cree, se rentaba aquélla casa, pero ya se rentó la semana pasada...
Yo: -Ah, qué lástima... ¿y habrá algún vecino que sepa, y me pueda decir?
El/ella: No... Necesita buscar
Yo: -Sí, eso estoy tratando de hacer, pero me ha costado encontrar por aquí...
El/ella: -Hay muchas... Sólo que recorra estas calles, y luego luego encuentra...
Yo: -Sí, tengo que seguir recorriendo nomás...
El/ella: -Sí, necesita recorrer!
Yo: -Bueno, muchas gracias...
El/ella: -

Algunas versiones eran más reducidas, porque la persona no me miraba a la cara y se alejaba mientras me negaba todo con la cabeza, y algunas versiones fueron más conversadas aún, pero en este diálogo se resumen las palabras más repetidas, como el "sí" después del gracias, que es generalizado acá y que me resulta muy gracioso, como el "luego luego encuentra", o como el "necesita buscar", que me daba ganas de matarlos, o de decirles "¿y qué te creés que estoy haciendo acá a pata bajo el rayo del sol veraniego, hablando con vos? ¿¿Socializando??".

Bueno, pero este post era para contar que encontré casa finalmente, y que estoy emocionada porque siento que es un lugar donde podré ser feliz durante este próximo año al menos (tal vez me quede más).

Ah, no sé si mis experiencias relatadas aquí le puedan ser útiles a otros, ya que la casa que renté la encontré por internet, jajaja. Pero fueron estrategias cuidadosamente elaboradas, que desde mi punto de vista me podrían haber conducido a encontrar mi casa defeína.

Furor

Mi amiga Bea (mexicana) me insistió en que cuente esto acá, aunque conste que yo no quería. Me dijo "aprovecha el furor, que para mañana ya se te habrá pasado y entonces ya no tendrá el mismo sabor".
Bueno, en honor a ella va el relato, acompañado de una canción alusiva a las emociones del momento.


El 29 de abril salí huyendo de este país. En ese momento, la cosa estaba caótica. El nuevo virus era desconocido y mutaba todo el tiempo, no había cura conocida (comprobada), el pánico se apoderaba de todo México, todo estaba cerrado y no se podía ir a ningún lado, los canales de televisión suprimían sus programas de chimentos para transformarlos en programas de divulgación científica, y el jefe del gobierno de la ciudad anunciaba el cierre de aeropuertos y del servicio de metro en los próximos días.
Mi madre, desde Argentina, me lloraba en el teléfono que no podía dormir pensando que yo me iba a morir sola acá, y sacando cuentas en su insomnio, pensando comprar un pasaje para venir a cuidarme si yo me enfermaba...
Yo sacaba mis propias cuentas: la Universidad cerrada, yo sin recibir aún el estipendio mensual de mi beca, 3 semanas quedaban para el fin del semestre, 6 días llevaba encerrada sin ningún sentido, 3 meses me quedaría sola en este país si cerraban los aeropuertos, sin poder pasar mis vacaciones en el sur del Continente como lo tenía planeado, 0 posibilidad tenía de que alguien pudiera cuidarme si caía enferma, 30 a 45 años era la edad más vulnerable (yo estoy en ese rango), 50 dólares me costaba cambiar la fecha de mi pasaje de regreso y largarme...

Todas esas cuentas y números me llevaron a la conclusión de que debía existir una solución. Una compañera de la maestría me la sugirió: hablar con los profesores, pedir autorización, ofrecer enviar los trabajos finales por correo electrónico. Lo hice. Contacté a todos menos a uno, que después me haría la vida imposible. ¿El resto? "Si te puedes ir, tienes que irte".
En 24 horas desde la decisión, yo ya estaba camino al aeropuerto, habiendo cerrado mi casa, encargado mis cosas a la compañera que me sugirió la solución, habiendo vaciado mi refrigerador en la casa de una vecina y cobrado del dueño de la casa, la devolución de la garantía.

Pues bien, resulta que hoy estoy pagando las consecuencias. Al contarle mis desventuras de hoy, Bea me dice "eso te sacas por zacatona", queriendo decir que quise rehuir mi responsabilidad, y que me fui cobardemente.
Quiero explicarle que no fue así, pero es inútil. Lo mismo me pasó hoy en la oficina de Migración, cuando el tipo me respondió "no todos los extranjeros se fueron", echando por tierra todas mis razones. Me hacen pagar las consecuencias de mi decisión -tal vez apresurada-, con una multa real (demasiado real), de 400 dólares. Bea me responde cordialmente (sé que es así): "Eso, así se hace, duro con los que huyen".
Lo que quieran, pero yo tengo que pagar. Al preguntar hoy por otras alternativas de solución, prácticamente me amenazaron: "Si Usted rechaza este trámite, nosotros tenemos que expulsarla del país".
Liso y llano. Sin componendas para el extranjero. Internamente sí, todo se arregla con platita bajo la mesa, con tráfico de influencias o hasta con una invitación a comer. Pero los extranjeros no, que ellos paguen. Ellos son los que tienen que cumplir la ley.

Aclaro que el título de este post tiene que ver con mi estado anímico frente al tema, definido así por Bea al chatear conmigo. Lo vierto en el blog, sólo con la venia de una mexicana, porque yo no quería dar una imagen así de México hacia el exterior, pero aseguro que es real (es la segunda multa ridícula y cara que pago por asuntos migratorios).

Termino con la lamentable conclusión de un funcionario de la Universidad al ver lo complicado que me hicieron el asunto en Migración (allá por marzo de este año): "La lógica que tenemos acá es: 'Si a los mexicanos nos ponen tantas trabas para estar legales en Estados Unidos, nosotros también podemos ponerlas a los extranjeros que quieran venir a nuestro país'. Es lamentable admitirlo, pero es así".

miércoles, 5 de agosto de 2009

Alegría

Alegría por estar de nuevo en tierras mexicanas.
Alegría al escuchar que me vuelven a hablar "en mexicano".
Alegría por sentir que ya viví mi etapa de soledad en este país, y esta nueva etapa será para compartir.
Alegría al salir a la calle, tomar el metro, caminar por ahí, y sentirme totalmente ubicada, como si nunca me hubiera ido.
Ansiedad por encontrar una casa donde vivir esta nueva etapa, ahora con más espacio y obviamente, con lugar para mi huerta.
Cansancio extremo por caminar hoy 5 horas bajo el sol primero, bajo la lluvia después (sumado al cansancio por el viaje que comencé el sábado), buscando y buscando la casa ideal, que me está esperando para vivir en ella esta linda etapa en México.
Alegría por el cierre y entrega de mi casa en Chile, con todo lo que significó, tanto en cuanto a trabajo como en cuanto a cierre de etapas y satisfacción por lo vivido.

Alegría. En medio de todo, alegría.

lunes, 13 de julio de 2009

Honduras no está en paz

Me permito publicar acá algunas fotos que me llegaron de una persona particular (no periodista) de Honduras, que muestran claramente que la imagen que los golpistas quieren dar al mundo al decir que en el país reinan "la paz y la democracia", y que se está defendiendo al pueblo hondureño, no es verídica ni se funda en la realidad.

Dejo hablar a las imágenes, tomadas durante la primera semana de julio.













lunes, 6 de julio de 2009

Nudo en la garganta

Nunca creí que estas sensaciones volverían alguna vez en mi vida.
No lo hubiera creído si me lo contaban hace una semana.

Escuchar el comunicado radiofónico del director de aeronáutica civil de Honduras dirigido a un país en medio de un gobierno golpista, fue como retroceder a mi infancia, en los años '70 de mi natal Argentina.
Espeluznante.

Mi garganta se cerró y mi tarde de domingo se nubló: ¡América vuelve a sufrir, 30 años después, las mismas restricciones a la libertad, el mismo olvido de los derechos humanos, los mismos discursos ideológicos fascistas!

¿Es que jamás aprenderemos de la historia, los humanos? ¿Ni siquiera de la historia reciente que muchos aún recordamos y sufrimos?

martes, 30 de junio de 2009

Rapidez

Tenía muchas cosas importantes que hacer en este mes que estaré en La Serena, antes de trasladarme definitivamente a México por dos años. Una importantísima, era dejar arrendada/alquilada/rentada mi casa, la casa en la que vivo desde que la compré hace 4 años y medio. Otra tarea anexa, es vaciarla de mis miles de cosas, pero eso es un detalle.

Volví de Argentina el jueves, llegué a mi casa a la 1 de la mañana del viernes. Una persona del sector inmobiliario, que yo había contactado 15 días antes, justo antes de ir a mi país natal a despedirme, me avisa que tiene una familia interesada en mi propiedad, y que irá a verla el viernes a la tarde. Bueno, obviamente tuve que vaciar la valija y ordenar todo rápidamente, para presentar decentemente mi espacio vital.

Esperaba la llegada de los supuestos clientes, con la resignación de quien empieza un camino que será largo y tedioso, y que uno nunca sabe si terminará en buen puerto: me imaginaba un mes de interminables desfiles de familias recorriendo mi casa, nenes acostándose en la cama, tocando todo, responder miles de preguntas, ser simpática a toda hora y con todo el mundo, mantener la casa limpia y ordenada en todo momento... iba a ser cansador, pero estaba resignada a comenzar.
Llegó primero la gente de la inmobiliaria, conversamos 10 minutos de cualquier pavada, hasta que llegó la gente interesada. ¡Extranjeros! Me sentí cómoda enseguida, empaticé con su temor-recelo-ilusión, que tenemos todos quienes nos sentimos en la desventaja de no ser de un lugar donde queremos estar.

La mujer, llegada de Colombia hace dos años, estaba fascinada con la casa, con su comodidad, su calidez, sus espacios, sus muebles, sus detalles, hasta su calefacción y sus plantas. Después nos confesó que ya la había visitado por afuera, había recorrido el barrio, y estaba prácticamente decidida, pero le faltaba verla por dentro. Encontró todo más que ideal, un cuarto para cada miembro de su familia (o para cada generación de la misma), la conexión del cable, internet, la calefacción, el jardín, la entrada de autos, el lavadero... todo superó sus expectativas.

"¿Cómo hago para asegurarme que el 1 de agosto, ésta puede ser mi casa?". Pregunta radical. La mujer de la inmobiliaria le explicó sobre una reserva con el pago de un mes por adelantado, que ya sería el depósito, y dejar el contrato listo un mes antes del ingreso a la casa... no eran fáciles las condiciones. Pero ella aceptó de inmediato. Se pusieron de acuerdo para firmar todo el 1 de julio. Antes, por teléfono, había pedido rebaja; después de ver la casa no habló del precio.

"Qué linda es mi casa" fue la sensación que me dejó su visita... y un alivio. Ya no tendré que ver el desfile de miles de familias juzgando mi hogar para ver si puede ser el suyo.
Por dos años, mi casa, con todos sus muebles y su buena energía, albergará a otra familia, y me estará esperando a mi regreso, tan linda como siempre. Qué felicidad.

lunes, 22 de junio de 2009

No nací para ser madre


Últimamente, las personas a las que les dije esta simple verdad de mi vida, se rieron sin terminar de comprender: “No nací para ser madre”.

Uno tiene que saber para qué nació. Eso implica reconocer para qué NO nació uno.

Yo creo que no nací para ser madre, y la vida se encargó de mostrármelo. No toda mujer tiene que ser madre. Esta es una verdad que una vieja amiga me ayudó a descubrir. Es la sociedad la que nos impone ciertos estereotipos y roles de género, que a veces nos impiden descubrir nuestra verdadera identidad, nuestros verdaderos sueños, nuestro “para qué” en esta vida.

Yo me siento educadora. Creo que sí nací para educar, pero no nací para ser madre. No es lo mismo. No va todo junto. No necesariamente uno tiene que educar a sus propios hijos para ser educadora. Además, si todos tienen hijos y nadie los educa (porque se supone que para eso los mandan a la escuela) ¿adónde vamos a ir a parar?

Se preguntarán por qué digo que no nací para ser madre. Bueno, simplemente desde pequeña no me gustó esa imposición social de que las nenas tenemos que jugar con muñecas, peinarlas vestirlas bañarlas acostarlas… jugar a la casita y a ser mamás esperando al esposo que vuelve del trabajo. Cuando mi hermana, un año mayor que yo, dejaba una muñeca sobre mi cama o en algún lugar que me molestaba, yo la agarraba de los pelos y la sacaba de mi camino. Cuando ella lloraba desesperada por mi acción, cual madre compadeciendo el sufrimiento de sus “hijos”, yo le decía con obviedad “¿qué, acaso es una persona?”. Estas palabras revelan tal vez mi tendencia al realismo y al pensamiento lógico, pero también mi falta de romanticismo por esa institución social que se ha dado en llamar la maternidad.

No crecí como una niña apegada a su madre, insegura y necesitada de abrazos. Crecí como un ser más bien solitario, independiente, atípico. Me molestaba que me dieran muchos besos, abrazos y apretujones. Me molestaba que me preguntaran qué quería ser cuando fuera grande, porque a nadie le gustaban mis respuestas. Entonces ¿para qué preguntaban? Si querían escuchar que iba a ser una mamá de 10 hijos y dedicarme exclusivamente a ellos y a un hogar, ¿para qué preguntaban? Si se veía a todas luces que yo no era esa clase de nena…

Durante una época me cansé de luchar contra la sociedad, me quise amigar con el mundo, y pensé que debía buscar un “hombre ideal” (¡como si realmente existiera semejante espécimen en alguna parte del mundo!), que fuera aprobado por mi gran familia prejuzgona, y que fuera el padre de mis hijos, los hijos que la sociedad y las dos familias de las que provengo, esperaban de mí. Claro, es evidente que hubiera aplacado a muchos tíos y tías en sus preguntas de cada reunión familiar, y que me hubieran aceptado e integrado mucho más a sus vidas y a las vidas de sus hijos, como un ejemplo. Pero entonces ¿dónde quedaba yo? ¿dónde quedaban mis sueños? ¿dónde quedaba mi propia vida? Finalmente decidí ser feliz y me liberé de esos mandatos caprichosos de otros. Y no me arrepiento ni un día de mi vida.

La sociedad, a veces, puede coartar fuertemente la vocación personal de la gente, y especialmente de las mujeres.

jueves, 18 de junio de 2009

Chimpay, la cuna

Hace 9 años, llegué a vivir a un pueblo, por primera vez en mi vida. Yo había sido hasta entonces habitante de capitales, o al menos de ciudades de 500.000 habitantes. Esa vez, un pueblo de 4500 personas, me recibió en su vida rural y pueblerina.
En medio de kilómetros y más kilómetros de pampa, viento y tierra, el desierto del sur argentino me hacía un lugarcito. Y el pueblo de Chimpay se convertía en mi lugar. Yo conocía el lugar y a algunas personas de allí, desde hacía 5 años. Había estado por períodos cortos, de 10 ó 15 días. Pero al ir a vivir allí, mi mundo se concentró en un espacio pequeño y en un grupo reducido de personas, y a la vez, se expandió en la inmensidad de sus pampas vírgenes.

Chimpay es un pueblo de la provincia de Río Negro, que prácticamente no existiría en el mapa, si no fuera por un indiecito, hoy declarado Beato por la Iglesia Católica. Hace 104 años, un indiecito nació en sus tierras, fue bautizado en las tolderías de la zona por los padres salesianos, y hasta quiso ser cura. El era hijo del gran cacique Namuncurá, quien negoció con el Gral. Roca la rendición de los araucanos a cambio de unas pocas tierras en la zona de Neuquén. El estaba destinado a ser el heredero de la gran responsabilidad sobre su amado pueblo: el nuevo cacique. En su lugar, quiso ser el servidor de su gente, a través del Evangelio y los sacramentos. Se fue a estudiar a Buenos Aires con los salesianos, y después de unos años, ellos lo llevaron a Roma. Conoció al Papa, a quien le entregó regalos de “las indias”, su tierra. Pero su vida quedó truncada por la tuberculosis, que no pudo curarse en un clima tan distinto al de sus pampas chimpayenses, y murió en Roma a los 18 años.

Hoy Chimpay, bautizada “Cuna de Ceferino Namuncurá”, recibe todos los años a varios miles de personas, que peregrinan hasta esta tierra, donde no están sus restos mortales. Es la tierra que lo vio nacer, en unas tolderías a orillas del Río Negro. Es la gran gloria del pueblo. Se diría que la única gloria del pueblo.

Chimpay es un lugar especial, para quienes quieren descubrirlo. En mi propia vida, el año y medio que viví en sus tierras, fueron muy especiales. Chimpay y su gente me hicieron romper el cascarón dentro del cual había vivido durante 30 años sin saberlo, y fueron testigos del nacimiento de una nueva persona, de la verdadera “yo”, que emergió desde mi interior.
Chimpay fue mi tierra de metamorfosis, de transformación desde el interior. Nunca olvidaré este lugar, nunca olvidaré la sencillez de su gente, el regalo que me hicieron de no verme a través de caretas que la vida y yo misma me habían puesto. Nunca olvidaré el silencio y soledad de su desierto, que permiten a quien sabe escuchar el viento, verse por dentro y aprender a vivir desde esa verdad.



En estos momentos estoy sentada en un colectivo desde hace 19 horas, para visitar Chimpay. Y con emoción, me estoy acercando a su paisaje, a su viento, a su tierra, a su gente. Vuelvo después de unos 4 años, de visita. Vuelvo a ver amigos, que fueron testigos de mi nuevo nacimiento, a los 30 años. Vuelvo a mi segunda cuna. La única cuna que recuerdo en mi vida. Y algo se me ensancha adentro. Soy feliz de volver. Lo necesitaba. Sí, Chimpay, mi querida tierra, soy yo.

Vocación de alimentar

Estuve 4 días en Entre Ríos, con mi hermana campesina y su familia. La actividad que predominó entre todo lo que hice, fue comer. Me surtieron de tanta comida que no daba más. Cuando de regreso del litoral, pasé por Buenos Aires a cambiar ropa sucia por ropa limpia en mi bolso y seguir viaje, ahora hacia el sur, mi madre me metió en la mochila una bolsa con sándwiches para el viaje. Fui hasta Retiro en tren, para tomar allí el ómnibus hacia Chimpay, y me encontré con mi hermana menor, que fue hasta allí para verme 45 minutos mientras yo caminaba dos cuadras y compraba el pasaje. Ella también me abrió la mochila, esta vez para meterme un turrón de maní y un paquete de galletitas Ópera. Subí al bus con una sonrisa, pensando qué le pasará a mi familia últimamente que tiene esta gran vocación de alimentarme…
Pienso que cuando, después de estos días, vuelva a subirme a un avión me cobrarán doble pasaje, y yo tendré miedo de ser la culpable de algún contratiempo en el despegue. Pero está lindo que -como dirían los chilenos- “me regaloneen” así… Es su forma de quererme, ¿no?

lunes, 15 de junio de 2009

Señora informalidad

Argentina... Sentí que ya había llegado a ella, apenas subí al avión de Aerolíneas Argentinas en el Aeropuerto de Santiago de Chile.

Las azafatas a medio peinar, el baño sucio antes de despegar... ya hacían presagiar un vuelo especial. Después de despegar vino el momento de servir el refrigerio, y entonces las azafatas que interrogaban a cada pasajero (fuera de la edad o el sexo que fuera) con un "¿qué tomás?". Como si estuvieran en su casa recibiendo a sus amigos más cercanos.

Después el asunto de la bebida: te dan en la bandejita una taza plástica, una cucharita y un sobre de azúcar. Pero cuando pasa el carrito, sólo hay bebidas frías. Cuando alguno preguntó por café o té, la respuesta era simple y desvergonzada: "se nos rompió la máquina que calienta el agua". Listo, así de fácil.

Una pasajera que era celíaca reclamó porque en el web check-in había pedido comida especial y le traían el mismo sándwich de todos. La respuesta de la azafata a cargo del "servicio a bordo": "¡estoy cansada de reclamar para que nos manden la comida especial!".

Argentina y su informalidad. Argentina y su desprolijidad. Argentina y su confianzudismo. Argentina y su aerolínea estrella.

A veces, da vergüenza ser argentino.

Campo Argentino

Un fresco olor a alfalfa y bosta, un bello paisaje de llanura, molinos y árboles en fila; alambrados, tranqueras, caballos y camionetas... suaves lomadas manchadas de vacas pastando. La casa, rodeada de árboles, parece un oasis en medio de miles de hectáreas de puro campo. Un poco más allá, unas chapas oxidadas se organizan para guardar en su interior herramientas, riendas y otros menesteres. Otras chapas oxidadas más atrás, hacen de techo para chanchos o gallinas. La gente de campo se asoma a la galería de la casa, para serenamente tomar un mate en la silla de siempre, viendo transcurrir la vida.
Paz, tranquilidad, rutina y mucho verde. Campo Argentino.

Estoy feliz, pasando unos días en la provincia de Entre Ríos, en el litoral argentino.

miércoles, 10 de junio de 2009

Shiatsu Express

Estoy en el Aeropuerto de Santiago, voy rumbo a Buenos Aires.
Hace un rato, después de pasar los controles, fui directo a "mi" sillón de los chinitos, a disfrutar de 5 minutos de masajes automáticos por un dólar. Hace un tiempo ya que descubrí este servicio, y desde entonces, vengo siempre con la moneda en el bolsillo, preparada.

Cómo no pensar en Flor, que me viene prometiendo una sesión de shiatsu desde año nuevo... ocasión en la que nos reimos mucho cuando yo le explicaba cómo funcionaba el sillón que yo bauticé "los chinitos". Es que uno siente, literalmente, unas manos que salen del tapizado y "te tocan toda". Yo la primera vez me imaginé que eran esforzados chinitos haciendo shiatsu, todos acalorados adentro del sillón, para ganarse su dólar. Y desde entonces, no me puedo sacar la imagen de la cabeza, de tener a 6 tipos trabajando para mí. Ah, son 6, porque te hacen masaje en 3 lugares a la vez, de los dos lados del cuerpo. Se necesitan 12 manos para eso.

Son buenísimos los chinitos del aeropuerto de Santiago.

Desde entonces, busco los sillones en todos los aeropuertos, pero en los 6 que he visitado últimamente, no encontré. En México busqué algo parecido, y sólo encontré en un centro comercial, unos sillones que no son tan buenos, y que te hacen masajes (no shiatsu, ojo con la diferencia!) por dos minutos, a un tercio de dólar. Los niños van y ponen la monedita porque les divierte que el sillón vibre, y cuando les da nervios se bajan asustados... nadie lo usa bien, relajándose, respirando hondo, aprovechando el peso del cuerpo para que el masaje te sirva más. Decepcionante, sobre todo después de conocer a mis chinitos de Chile.