Viento fresco e impredecible,
agua correntosa y a la vez cristalina.
Millones de estrellas brillantes,
cerros rosados de mil tonos.
Firmes álamos y sauces acogedores,
cielo azul con pompones de algodón.
Un mate, un asado y buena compañía...
Como despedida de esta etapa de mi vida,
este fin de semana acampé en el Valle de Elqui.
La nostalgia que me invadió,
no me dejará por los próximos meses.
El futuro es a la vez ilusión, ansiedad y algunos temores.
Al menos tres situaciones serán nuevas:
por primera vez en mi vida viviré sola,
estudiaré sin tener que trabajar
y llegaré a un lugar donde no conozco a nadie.
Perspectivas de madurez y crecimiento, que no logran evitar
que el corazón se apriete y los ojos se humedezcan...
"Yo me lo busqué", me reprocho. Con ese espíritu soñador,
y esa mente eternamente inconforme, insaciable, inquieta...
¿Quién más que yo misma podría hacerme dejar todo
lo que construí con esfuerzo y disfruto con serenidad,
para empezar de nuevo en otro lugar?
"Es lo que siempre soñaste", me consuelo.
"Naciste para conquistar el mundo" me repetía un viejo y querido amigo.
Pero pucha, que cuesta tanto seguir siendo yo...
aún así, la mayor parte del tiempo, es entretenido.
en sueños no hay firmeza
Hace 3 días
2 comentarios:
La nostalgia es un sentimiento hermoso y necesario. ¡Ese lugar parece un sueño! Pero agregaría que la mayoría de las personas no tienen idea de quienes son ellas mismas ni de lo que necesitan. Ahí hay muchos puntos a favor.
Gracias Flor, vos siempre tan consoladora y lúcida...
Chile está lleno de lugares soñados, cuando quieras podés venir y yo te recomiendo varios!
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