lunes, 16 de marzo de 2009

No photo no vídeo, II

Ayer en la estación de metro más cercana a mi domicilio, me dispuse a fotografiar un cartel que había visto hace tiempo, pero como está justo en el paso, si me detengo los días de semana, la gente me arrolla. Aproveché el domingo y saqué la foto.

Tan dominguera estaba yo, que no noté la presencia de una mujer policía charlando con una amiga civil, a dos metros de mi cartel. Gracias a esa conversación tardó en acercarse, y me dio tiempo de consumar mis intenciones. El diálogo se desarrolló así:

-¿Está sacando fotografías?
-Noooo! Estoy viendo si la cámara tiene pilas.
-Porque está prohibido sacar fotografías
-¿Ah sí? ¿Prohibido?
-Sí, estamos en un recinto federal
-Ah, ¿y en ningún recinto federal se pueden sacar fotografías?
-No, en ninguna zona del metro, porque es todo recinto federal.
-No le puedo creer…
-¿Cómo que no me cree?
-No, quiero decir que no sabía, no me lo imaginaba…
-A. (la interjección fue tan cortante, que colocar la “h” final sería extenderla demasiado)
-Pero fíjese que el Gobierno Federal está organizando un concurso de fotografía sobre la ciudad de México, seguramente Usted vio los posters en las estaciones del metro. Entonces, si yo quiero participar, ¿no puedo sacar fotos en ningún lugar del metro? Porque eso reduce la ciudad a la mitad…
-Como le digo, está prohibido sacar fotografías.
-Sí, ya entendí, pero yo le quiero decir que es un contrasentido del Gobierno Federal.
-(Grrr…) (Sus ojos estaban a punto de salirse de las órbitas, pero se contenía por la investidura)
-Bueno, en todo caso, no quería sacar fotos, sólo estaba revisando las pilas. ¿Ve? Ya se me apagó, tenía poca energía… Hasta luego, y muchas gracias por su información.

Me encanta mi capacidad de discutir con gente que no sabe discutir, es como que me alegra el día. De todas maneras, tengo claro que es un tanto peligroso, por lo que dosifico el placer que me produce, manteniendo conversaciones cortas y abusando de mi habilidad para hacerme la estúpida-simpática cuando las cosas se ponen saladas.

¿Quién dijo que en el colegio uno no aprende nada? Simplemente se olvidaron de explicitarlo en un diploma, pero los doce años de sobrevivencia social entre cuatro paredes me transformaron en una experta en estas artes.

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