Cuando antes de venir todos me decían que en México había mucha delincuencia, que me tenía que cuidar, etc... yo siempre respondía confiada "Me crié en Buenos Aires", como si con eso ya me hubiera graduado en "auto-cuidado-en-una-ciudad-inmensa-y-peligrosa".
Pero parece que después de tantos años de vivir una vida provinciana en La Serena, me apapayé y ya perdí las competencias adquiridas en mi ciudad natal.
Esta mañana, antes de salir hacia la Universidad en mi viaje de 3 horas de ida y 3 horas de vuelta, que hoy logré reducir en 15 minutos lo que no es menor; con el dolor de mi alma corté las tiritas de mi mochila (3 en total) para impedir que me la abrieran tan fácilmente.
Pues no señores, no alcanza con ninguna medida que tome... hoy de nuevo me abrieron la mochila, pero esta vez fue el bolsillo, y fue caminando durante una combinación del metro.
Por supuesto que allí no se encuentra más que pañuelos desechables, un paquete de DRF de naranja que me regaló chizz en San José, unas lapiceras que me regaló una amiga de La Serena, varios sobrecitos de azúcar y sal de diversos bares y restaurants que he visitado, y las llaves de la casa de Cuernavaca. Nada interesante para robar, en fin.
Entonces me puse a observar y miles de mexicanos iban con su mochila puesta atrás, con sus fierritos de los cierres colgando sin ningún recaudo, y nadie parecía interesarse en ellas. Mi ser analítico-filosófico me cuestiona profundamente: ¿Qué tengo yo que hace pensar a los cacos que mi mochila contiene cosas más valiosas?
Según Bea (mi anfitriona en Cuernavaca), tengo una actitud distinta a los mexicanos, y eso me delata como extranjera. Pero aún no me explica cuál es esa actitud... ¿ustedes qué creen?
en sueños no hay firmeza
Hace 3 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario