viernes, 8 de mayo de 2009

Pura Vida (El Regreso IV)

Al bajar del avión en San José, Costa Rica, me encontré un aeropuerto más grande y variado que el anterior, así que me dispuse a pasear un poco. Acá había más gente con mascarilla, especialmente los empleados y vendedores del aeropuerto, y algún que otro pasajero. Parecía que los únicos en no bajar aún de su nube de pedo, eran los guatemaltecos.

Fui al baño y constaté que las instalaciones eran antiguas y sin sofisticación: las llaves del agua eran manuales (¿a quién se le ocurre algo tan aséptico en plena epidemia?!); los paneles divisorios -metálicos-, estaban oxidados; el piso era de una baldosa común y corriente de los años 80... en fin, no era un baño digno de un aeropuerto. Pero unos cartelitos en los espejos le daban su toque (tendrán que consultar el otro blog para verlos).

Me interné en una tienda de artesanías, principalmente en madera, que me hipnotizaron. Cuando vaya a Costa Rica por tierra, las compraré a la mitad del precio en dólares que piden en el aeropuerto. Las fotografié. Me llamó la atención un lindo mueble antiguo tipo escritorio del siglo XIX, donde un joven armaba y vendía puros. Me acerqué a conversar con él. Me mostró las hojas de tabaco, cómo las secan, cómo las aplanan y enrollan para formar los cigarros de tabaco puro. Las diferentes clases y calidades, los olores... al final, tomé una clase completa sobre puros.

Luego de varias vueltas por el lugar y de ver todos los productos que me interesaban, medité sobre los billetes verdes que me quedaban, y gracias al efecto "epidemia-casi-pandemia" que me impulsaba y trastornaba la cabeza, me volví loca y gasté 17 dólares. Compré un paquete de café molido costarricense, el mejor de los mejores, y un paquete con 10 puritos (habanos tamaño cigarrillo común). La intención era llevarme un poco del sabor de este simpático país...



Seguía sin "encontrar" a María con su Botón, así que disfruté, caminé, saqué fotitos... y por supuesto (como me pasa en todos mis viajes en algún momento), al salir por segunda vez del baño, escuché mi nombre por altoparlante. Me estaban esperando para abordar el avión. Pero yo digo ¿para qué te ponen una hora en el pasaje si después te llaman 30 minutos antes? No te dejan disfrutar del tiempo en tierra... Como anécdota aledaña, la otra vez (en este viaje) que me llamaron por altoparlante fue en el aeropuerto de México, ya que como me pasa siempre, había perdido el pasaporte con el pasaje adentro... es que me canso de tenerlo en la mano y tranquilamente lo olvido apoyado por ahí...

Al subir al avión encontré a mi "amiga", que preocupada por mi integridad me reclamó "¿Dónde estabas?". Le dije que fui al baño y después no la encontré... lo cual era verdad, pero también mentira. Total, ya había disfrutado en toda la escala de mi libertad y soledad, redescubiertas en los tres meses en México, y ella no podía quitarme eso. Pero en este avión y el siguiente, ella estaba en la fila anterior a la mía, por lo que hicimos contacto visual varias veces. Otras veces me hice la estúpida sin esfuerzo. Si hay algo que odio en la vida, es que me acose gente que a mí no me importa y que está todo el tiempo pendiente de mí. Nadie entiende que ya tuve madre, y me alcanzó.

2 comentarios:

chizita dijo...

como que tuviste? tenés! desalmada!

Idealista Irredimible dijo...

jajajaja, esa es la macana de tener una hermana que lee esto, jajaja
TUVE madre en la infancia, en la adolescencia, cuando uno se forma sus gustos, preferencias y fobias. Ahora, después de la madre que TUVE, no aguanto que me quieran controlar... no sé por qué será, pero es así.
Hoy es otro cuento con la madre que TENGO, porque no me controla niK, porque además no le daría bola.
Te queda claro, herrrrmana???