En Santiago de Chile
Después de despachar el equipaje, el capuccino tibio de aeropuerto, las despedidas, policía internacional... estando en la fila para que me revisen el equipaje de mano, me digo a mí misma "Bueno, ahora ya estás sola y dependés de vos misma, ahora nadie te conoce y tenés que empezar de nuevo...". Una mano en mi hombro interrumpe mi autosermón. Una joven que estaba después de mí en la fila, me pregunta: "tú no estabas el otro día en la embajada de México?". Un desconcertado y tímido "ssí..." fue seguido por el interrogatorio: "¿Cómo te fue con la visa? ¿A qué Universidad vas? ¿Qué estudiarás? ¿Cómo lograste inscribirte en la Universidad a la distancia?..."
Y resulta que Cynthia va a cursar la misma maestría que yo, que su pololo ya está allá haciendo el doctorado y le hizo los trámites, que ella se está yendo a empezar las clases y después postular a una beca allá, muy segura de obtenerla... y ahí estábamos: dos desconocidas con experiencias muy similares, yendo de Chile a la misma maestría en México, juntas en una misma fila entre cientos de personas con otros destinos...
Algunas reflexiones inevitables:
* La vida es rara y las casualidades asustan.
* Por más que me empeñe en estar sola, nunca lo lograré. Nadie es tan único como para no tener nada en común con nadie.
* Pasan los años, aprendo muchas cosas, pero nunca aprendo a pasar inadvertida en ninguna parte. Simplemente no está esa posibilidad en mi ADN.
en sueños no hay firmeza
Hace 3 días
2 comentarios:
¡jajaja, me encantaron tus reflexiones!
¿Y no había chinitos en el aeropuerto?
Flor, me acordé tanto de vos con eso de los chinitos! En Santiago estaban mis silloncitos de la otra vez, pero no tuve tiempo de usarlos porque las despedidas me llevaron tiempo.......
En San Salvador había un sector para masajes (no shiatsu, eh) que los hacían unas mujeres ciegas. Pero para mi bolsillo era caro, no como los chinitos del shiatsu... Otra vez será.
Saludos desde Cuernavaca!
Publicar un comentario